Quizás
Mikel Lejarza
Toulouse
Un cortado
El Llano Amarillo de Algeciras empieza a tener otra cara. Queda mucho por adecentar y por cumplir, pero el paseo marítimo de la ciudad comienza a parecerse a un paseo marítimo del siglo XXI. La inauguración de la primera fase del Lago Marítimo devolvió a la ciudadanía un pedacito de urbe que se echaba mucho de menos, especialmente por quienes disfrutan del ocio al aire libre.
La reformada y ancha acera, un nuevo audiotorio –sencillo pero muy versátil–, más arboleda, los chorritos de agua que salen del suelo y una zona de juegos infantiles con un flamenco colosal que se ha convertido en la atracción favorita de los pequeños. Con cuatro cositas ese espacio del paseo ya muestra otro aspecto comparado con el deteriorado rostro que arrastraba desde hacía años. ¿Qué se puede mejorar todavía más o qué se podría haber hecho de mil maneras diferentes? Por supuesto, pero lo que hay ahora es mejor que lo anterior. De eso no creo que exista debate.
El Ayuntamiento y el Puerto tienen que seguir con el proyecto y ambicionar más para que la gente dispona del mejor balcón marítimo posible en un litoral donde las posibilidades son casi infinitas. El siguiente gran reto debe pasar por exterminar los malos olores que emanan de los Ladrillos. A uno se le revuelve el cuerpo cuando pasea y el viento levanta toda la inmundicia soterrada en una zona de constante paso. Para que el Lago Marítimo sea un lago debería hacer de ese trozo de mar un estanque salado limpio y, por qué no, un lugar donde los visitantes pudiesen alquilar una barquita para remar con las grúas y el Peñón como postal de fondo.
La manera en la que lo recién estrenado conectará con el paseo de la Cornisa y con la playa de El Rinconcillo también se antoja fundamental para fomentar el uso de las piernas y de las bicicletas. Que la gente se sienta atraída para moverse andando lo máximo posible, ya que el transporte público no es el fuerte de esta ciudad. Y que el visitante tenga un reclamo más para cotillear y tomarse fotos algunos de los rincones favoritos del eterno Paco de Lucía, quien descansa en medio de esa ruta. No hay que dar puntada sin hilo.
No me quiero olvidar del resto del Llano, ese aparcamiento crucial que facilita a miles acercarse al centro o venir a trabajar cada día. El aparcamiento no puede ni debe desaparecer. Dicho esto, el Llano tiene potencial para ser más atractivo, para contar con puestos de comida, cafeterías o comercios. No se trata de que el paseo se intente parecer a lo que hay en Málaga porque es absolutamente imposible, pero sí se podría incentivar la vida empresarial y el ocio de una zona de paso para tantos y tantos ciudadanos.
Como dicen ahora hasta la saciedad los políticos, hay que poner en valor. Algeciras tiene que ponerse en valor.
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