Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
Reflexiones
Si la política exterior ha sido siempre una faceta esencial en la gobernanza y gestión de un Estado, en una sociedad internacional globalizada y extraordinariamente compleja como es la actual el desarrollo de una política exterior coherente con los intereses políticos y económicos de un Estado es fundamental e incide de manera directa e inmediata en la vida e intereses de sus ciudadanos y en las oportunidades de negocio de sus empresas. Por supuesto, no es nada fácil. Los desafíos están presentes desde múltiples perspectivas y por ello todos los Estados modernos han desarrollado sus esquemas de política exterior en el marco de sus tradiciones constitucionales y modelo de organización territorial. En España el diseño se ha articulado fundamentalmente en dos textos fundamentales: la Constitución y en la Ley de la Acción y del Servicio Exterior del Estado. En estas normas se equilibran los diferentes intereses en juego derivados por una parte de una organización territorial descentralizada organizada en comunidades autónomas con un número importante de competencias con manifestaciones exteriores y, por otro lado, en nuestra integración en la Unión Europea que gestiona unas veces de forma exclusiva y otras, compartida, competencias fundamentales de nuestra acción soberana. Todo el sistema de acción exterior se basa en la prevalencia de gestión, dirección e impulso del Gobierno central en coordinación con las administraciones descentralizadas bajo el correspondiente control judicial y, en su caso, del Tribunal Constitucional.
Teniendo en cuenta toda esta esta estructura política e institucional de gestión de la política exterior la medalla concedida al presidente de Argentina y su recepción formal en la presidencia de la Comunidad de Madrid en plena crisis diplomática por los reiterados insultos al presidente del Gobierno español, y por extensión a toda la nación es un acto de profunda deslealtad que viola los principios básicos de funcionamiento de un Estado democrático. No pretendo entrar en la significación política de un acto cuya última intención es provocar y mantener vivo un enfrentamiento constante con un poder del Estado que al parecer la Comunidad de Madrid no reconoce como legítimo y al que juzga adecuado insultar reiteradamente. Quedémonos en el plano internacional. El acto no puede ser más negativo para los intereses generales socavando la autoridad del ejecutivo que ha retirado el embajador del país que ha faltado al respeto a nuestro Estado. Putin y Kim Jong Un se han reunido recientemente en Corea del Norte con múltiples improperios hacia Occidente. Si se le hubiere escapado algún insulto contra nuestro presidente del Gobierno pronto podrían recibir alguna medallita en la Comunidad de Madrid. Sería una foto muy graciosa.
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