Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
La lengua se hace en la calle. La Real Academia Española (RAE) lleva en su propio escudo el lema con el que declara su función: "limpia, fija y da esplendor". De modo que la RAE tiene la misión de recoger lo que dicen los hablantes, depurarlo de inmundicias y estructurarlo, estableciendo las normas para su empleo. La RAE no crea palabras, su rol es de árbitro paciente y comprensivo. Pues bien, la institución no está por permitir el bastardeo que supone el demagógico recurso al llamado lenguaje inclusivo, generado por la mediocridad de la clase política y la ignorancia de sus voceros. Los franceses han resuelto prohibir que el mal hábito, afecte al sistema educativo. En Francia, el francés se impone sobre cualquier otra lengua; la Academia Francesa considera que de no ser así, se debilitaría la identidad nacional. Multitud de lenguas y formas dialécticas hay, sin embargo, en ese territorio vecino; el catalán, el occitano, una de cuyas formas es el aranés (del Valle de Arán, Lérida), y el vascuence, entre otras muchas.
A veces el mal uso del idioma conduce a irregularidades con sustancia, como ha ocurrido con la palabra "presidenta". El o la que preside es presidente, del mismo modo que el que vive es un viviente y no una vivienta. Bien que, como dicen los expertos, hay ocasiones en que un participio de presente se convierte en sustantivo, que es lo que ocurre con presidente; y entonces ya, la forma presidenta tiene sentido. La Academia, esquivando la politización que invade las instituciones, recomienda el uso del femenino, convirtiendo en sustantivo un participio de presente. Es curioso, sin embargo, que en la tauromaquia no se emplee el femenino del sustantivo torero, aunque la RAE lo señale específicamente. Mujeres que han sido primeras figuras del toreo prefieren ser llamadas mujeres toreros (y no toreras). La gran Cristina Sánchez lo dice y me lo ha dicho personalmente; en el toreo se sienten tan iguales que no hay femenino. Seguro que estaría de acuerdo con ello la legendaria Juanita Cruz, que toreó con Manolete. No lo pasó bien con el machismo intolerante de su época. Hace poco más de de una semana, el pasado día 18, se cumplieron cuarenta años de su muerte. En su epitafio del cementerio madrileño de La Almudena se lee lo siguiente: "A pesar del daño que me hicieron los responsables de la mediocridad del toreo en los años cuarenta-cincuenta, ¡brindo por España!".
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