Postdata
Rafael Padilla
Una pésima hipótesis
Las dos orillas
Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se le ha ocurrido celebrar en 2025 los 50 años de la muerte de Franco con el lema España en libertad. Es decir, que sido tan papista como el Papa y ha declarado un año jubilar (o algo así) y le ha puesto un lema, y está buscando peregrinos para los actos que ha organizado. Este hombre (Sánchez, no Franco) cuando le vienen mal dadas las encuestas, no convoca una manifestación en la plaza de Oriente con un millón de leales, como hacía el dictador, sino que organiza alguna celebración para salir en procesión magna con los fantasmas. Por cierto, aún no se ha cumplido el medio siglo, ya que falleció el 20 de noviembre de 1975.
Si hacemos las cuentas, resulta que desde la guerra civil hasta la muerte de Franco pasaron 39 años y pico. Y desde la muerte del dictador hasta ahora han pasado casi 50 años de monarquía. Detalle a no olvidar. Pues es lo que se debe conmemorar, en positivo, cuando llegue el momento.
Recordemos para los amantes de la memoria histórica que el dictador se murió en la cama, de muerte natural, atendido por el marqués de Villaverde y otros afamados doctores. Es decir, en este país no hubo una revolución en 1975. No triunfó un golpe contra la dictadura, como en la revolución de los claveles de 1974 en Portugal. Por el contrario, el régimen de Franco fue desmontado por el rey Juan Carlos I y Adolfo Suárez a través de una evolución, con la reforma política desde la dictadura hasta la democracia, dentro de una legalidad.
Las Cortes franquistas se hicieron el harakiri con la demolición de los principios fundamentales de aquel Estado, que procedía de los que habían ganado la guerra civil. Gracias a la habilidad de Torcuato Fernández- Miranda, que siguió el plan de voladura controlada trazado con el rey Juan Carlos I. De modo que los militares del régimen de Franco aceptaron el cambio. La democracia se alcanzó con medidas como la Ley de Amnistía, que permitió el regreso de los que vivían en el exilio, y con la legalización del PCE, tras el pacto con Santiago Carrillo. Y se consagró en la Constitución de 1978. Las dos Españas se abrazaron para que hubiera democracia. Y apoyaron la reconciliación. No el olvido, sino el perdón mutuo de las barbaridades de la guerra.
Sin esa generosidad para superar el pasado, la historia hubiera sido peor. La libertad llegó cuando triunfaron la paz y la concordia, con el perdón y la renuncia a la venganza y el odio. De la Libertad sin ira, que cantaba Jarcha, hemos pasado a la libertad con ira de Pedro y los que dan el cante hondo.
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