El límite de la solidaridad

09 de noviembre 2024 - 03:06

Aún se me encogen las entrañas viendo las imágenes de las riadas y, sobre todo, el resultado de las mismas en toda la zona afectada por la reciente DANA. La ola de la solidaridad es incontestable y, cuando las administraciones no están a la altura, los propios ciudadanos están demostrando estarlo.

Todo esto me ha reconciliado un poco más con esa sociedad que a veces parece abocada a un pozo sin fondo pero que, incluso en el peor momento, sabe dar coletazos que animan a uno.

Aunque a nadie ha cogido por sorpresa, los dirigentes de nuestro fútbol han vuelto a demostrar no estar a la altura de las circunstancias. Más allá de la cancelación de los partidos de los equipos directamente afectados, el resto de la jornada se disputó con una normalidad relativa. Sí, los minutos de silencio son lo menos y los gestos de apoyo en las gradas son encomiables y muestran ese lado positivo de la gente, pero no veo sentido alguno a que, no siendo algo imprescindible y habiendo tantos y tantos afectados directa o emocionalmente implicados, se les obligue a jugar.

Esto me hizo pensar cuál es el límite de postergar los acontecimientos en solidaridad por un caso así. Sin ir más lejos, en el Campo de Gibraltar los Tosantos se pospusieron (también la propia lluvia tuvo algo que ver). También hemos visto artistas que retrasan presentaciones de discos (aunque sacasen una canción dos días después de la tragedia) y muchas otras muestras de respeto. Ojo, que me parecen necesarias, Dios me libre, pero les invito a reflexionar sobre cuándo deben acabar estos gestos.

El origen de este ejercicio de introspección es que el próximo fin de semana se celebra en Madrid el Festival de la Canción de Eurovisión Junior. Vamos, el Eurovisión de niños. Por primera vez desde 1969 España alberga un certamen de la familia eurovisiva, aunque sea la versión kids. La cuestión de fondo es que RTVE ha decidido, en solidaridad con la tragedia, recortar los actos previos, que suelen incluir una ceremonia de apertura a la que acude la prensa y que se retransmite por Internet. Todo eso ha quedado recortado a un mero encuentro de las delegaciones en la intimidad, que quita un punto de celebración a una oportunidad única para los pequeños.

No me malinterpreten, la memoria a las víctimas debe estar presente siempre, pero recortar esta experiencia a los jóvenes cantantes no va a cambiar nada, más aún siendo un acto previo sin gran relevancia, y sí limitará el recuerdo que tengan. Espero que, al menos, nuestra Chloe De la Rosa triunfe y los deje un mejor sabor de boca en estos días tan duros.

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