Quizás
Mikel Lejarza
Toulouse
En blanco y negro
A ver, que levante la mano el linense que alguna vez no haya maldecido entre dientes (o en voz alta) a un presentador de televisión por hacer afirmaciones sobre nuestro pueblo de esas que nos encienden. No hombre, tú bájala, que a ti te he oído decir lo más grande mientras tomabas café en El Modelo. No seré yo –entre otras cosas porque tengo menos espíritu corporativista que dinero– el que salga en defensa de nadie. Y menos aún, de alguien que seguramente sin haber puesto un pie entre la Verja y El Higuerón, se atreva a contarnos como es lo nuestro. Pero en la misma proporción en la que afilamos la lengua con inquina (unas veces con más, otras con menos razón) cuando nos hieren , los linenses de bien (lo digo por ustedes, que quede claro) le deben un aplauso a Jesús Cañas. Su firma avalaba en agosto nada menos que en El País un artículo que llevaba por título “Ni fea ni insegura: La Línea se sacude de prejuicios en su despertar turístico” en la que argumentaba que gran parte de la leyenda negra que nos persigue es eso, leyenda y negra. Y qué quieren que les diga, se me hizo un nudito en la garganta mientras lo devoraba.
Porque esos argumentos que esgrime, si los utiliza Juan Franco o lo escribe un servidor pues que queda muy bien, muy populista, pero lleva implícito eso de “claro, y tú ¿que vas a decir?”. E igual llevan hasta algo de razón los que de eso nos acusan, porque a los que nos tiñeron la sangre del blanco y negro de esa Balona que tanto nos está haciendo sufrir, a veces –también hay que asumirlo– vemos la realidad un tanto distorsionada. Pero que venga alguien de fuera a ensalzarnos ya tiene otro significado. Y que venga a hacer un discurso que está enfrente del que se impone por moda, por falta de información o por mala leche –vaya usted a saber– pues un poquito más.
Ahora, precisamente ahora que La Línea se prepara para manifestarse porque se siente herida por el enésimo maltrato de las administraciones (aquí ya me sale el discurso) hay que recordar quienes somos. Que sí, que nuestra economía depende en gran medida de Gibraltar. ¿Y qué? Me he cansado de explicar, sobre todo a los que no tuvieron la suerte de nacer en La Atunara, Los Junquillos, Periáñez… que para nosotros Gibraltar no es el extranjero. Es ese pueblo que está ahí al lado. Y que lo de las banderas y los pasaportes queda para los políticos (algunos desgraciadamente muy cercanos) que tratan de sacar rédito de nuestras miserias, que las tenemos, como cualquier hijo de vecino.
Por eso, por contar como es la playa de Santa Bárbara, por explicar qué es En La Línea Música, por decir lo bien que se come en nuestros bares… gracias, Jesús. Y ya sabes, si un día vuelves aquí, arriba tienes mi correo. Te debo un par de cervezas. Lo mismo no soy el único.
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