Le llamábamos don Ventura (I)

Don Ventura fue un hombre de bien que pudo disfrutar de toda clase de reconocimientos y parabienes

Una imagen de la prensa de la época donde aparece el doctor Ventura Morón
Una imagen de la prensa de la época donde aparece el doctor Ventura Morón

22 de noviembre 2020 - 04:00

Me cuesta escribir ese don con de minúscula, pero me temo que si no lo hago así me lo cambien en la Redacción. Siempre me cuesta escribirlo de ese modo pero, en algunos casos, como en éste, aún más. Nuestro “don”, como el italiano, está tan arraigado y, con frecuencia, tan unido a determinados nombres que no me encaja considerarlo como un sustantivo sin más ni más. En Italia no se toleraría escribir don Bosco o don Camilo, el divertido personaje creado por Giovanni (Giovannino, realmente) Guareschi. O don Giovanni, el titular de la ópera de Mozart basada en el mito de Don (o don) Juan. Pero, en fin, ¿qué le vamos a hacer?, donde hay patrón no manda marinero o, si más gusta, doctores tiene la iglesia. Ahí tenemos a los doctos miembros de la Real Academia de la Lengua que ordenan escribir con minúscula inicial el don, en el común de los textos. Por esta vez, y deseando sirva de precedente, escribiré Don Ventura, hipocorístico de Don Buenaventura, que es el nombre asignado, el día 18 de septiembre de 1862, en la pila bautismal de la iglesia de Nª. Sª. de la Palma, de Algeciras, a un niño nacido dos días antes a pocos metros, en la calle Jerez, en la casa de una familia modesta, que hacía esquina con el callejón, llamado del Ritz, enfrentada a la de la torre de la parroquia.

El doctor Ventura Morón
El doctor Ventura Morón

Don Ventura heredaba los apellidos Morón y González y estaba llamado a ser una de las personalidades más queridas y populares de todos los tiempos, en su ciudad natal; a la que siempre honró con su comportamiento generoso, su actitud y su sabiduría. A su fallecimiento, en la Nochebuena de 1940, Algeciras pareció quedarse con su espíritu. Varias generaciones de algecireños nacidas y crecidas en la posguerra, sintieron en el ambiente que algo había quedado de Don Ventura; que se nos había ido del todo. Y la verdad es que muchos de aquellos niños que accedieron al Instituto, que en 1942 se puso improvisadamente en marcha, supieron de ese médico legendario, de bondad contagiosa. Nació en la Plaza Alta y se bautizó en La Palma. En su consulta, junto a la casa de Regino Martínez y frente al Teatro Principal, había un feto en formol que podía verse por entre las rejas de uno de los cierros. Enseguida la gente popularizó la expresión “el feto de Don Ventura” para referirse a cualquier cosa que viniera a cuento y le encajara el recurso verbal.

Cuando el doctor Morón volvió del ámbito universitario de Sevilla, al que pertenecía la Facultad de Medicina de Cádiz, a ejercer la Medicina, recién licenciado, se incorporó a la plantilla del Hospital Municipal La Caridad, del que sería director a lo largo de cuarenta años y al que estaría vinculado toda su vida. Debió de conocer a Regino Martínez y es de suponerles alguna relación, ambos pertenecen a la sociedad de aquel tiempo convulso en el que España debió redefinirse tras la pérdida de sus colonias y del importante protagonismo que tuvo desde casi cuatro siglos antes. Coinciden ambos en el tiempo, con un movimiento intelectual que nace y crece con la secuelas de la guerra hispano-norteamericana y en la nostalgia de la pérdida de las colonias. Figuras como Unamuno, Azorín, Ramiro de Maeztu, Joaquín Costa, Pio Baroja, los Machado, Blasco Ibáñez, Valle Inclán y Ganivet, entre otros, pertenecen a ese grupo al que Azorín llamó Generación del 98. Todos son coetáneos de nuestros dos grandes paisanos.

Una viñeta donde aparece el doctor Ventura Morón
Una viñeta donde aparece el doctor Ventura Morón

Un hijo del primer alcalde de La Línea; un hombre de profundas convicciones liberales y monárquicas, verdadero artífice de la ciudad, Lutgardo López Muñoz (San Roque 1815); Lutgardo López Zaragoza, primer cronista oficial de la ciudad, confeccionó en 1899 una guía –que luego, en 1902, perfeccionaría– de Gibraltar y su Campo en la que Don Ventura aparece domiciliado en una casa de nada más comenzar la calle Larga (hoy Cristóbal Colón). Para cuando se instaló en el número 29 de la calle Regino Martínez, nuestro violinista había fallecido y su calle acababa de ser rebautizada con su nombre. José Antonio Benítez Santos, autor de una detallada semblanza del personaje (Almoraima, 45, 2016. IECG, pp. 275-286) hace un minucioso recorrido por la vida y actuaciones profesionales y sociales de Don Ventura, hombre de bien que pudo disfrutar de toda clase de reconocimientos y parabienes. Su faceta de médico del Hotel Reina Cristina le añadió un prestigio internacional y la de director de la enfermería de la plaza de toros La Perseverancia, una dimensión popular de gran trascendencia social.

Bombita, Machaquito y, en particular, Rafael Gómez Gallito, fueron pacientes de Don Ventura en momentos dramáticos. La cogida de Gallito, en la feria de 1914 (el 14 de junio), que pudo ser mortal, puso a Don Ventura en el primer plano de la actualidad. Joselito, el hermano de Rafael, diría, en una histórica salida, que el toro se desentendió del capote y lo arroyó “como podía haberlo hecho un tranvía”. Gallito tenía el esternón partido y hundido, pero hubo suerte y no afectó a los pulmones. El marco sanitario fue el Hotel Reina Cristina. Hace unos años, en un almanaque, Graficas Roca, legendaria institución comarcal de orígenes algecireños, que está en la cuarta generación y es una de las empresas gráficas taurinas más relevantes de España, publicó una fotografía de 1914, que radicada en los jardines del Cristina, mostraba al fundador Antonio Roca y a su izquierda, el doctor Morón y un Rafael Gallito repuesto de la famosa cogida, acompañados por otros aficionados.

Una imagen de un diario de la época recoge la visita del rey Alfonso XIII a Algeciras
Una imagen de un diario de la época recoge la visita del rey Alfonso XIII a Algeciras

Un accidente casual durante la visita del rey Alfonso XIII a la comarca, en los primeros días de marzo de 1909, situó el nombre de Don Ventura en la Casa Real y contribuyó a que nuestro médico recibiera la Gran Cruz de Beneficencia. Un amplio reportaje sobre la visita lo publicó el día 11 de marzo de 1909, en su número 792, una de las más importantes revistas de la época: Nuevo Mundo. En uno de los actos militares, el coronel de artillería Mauricio Elorriaga, ayudante de S.M., recibió una coz del caballo del teniente coronel Francisco Echagüe, ayudante de órdenes de S.M., que le fracturó la tibia y el peroné, y fue atendido con notable éxito por nuestro Don Ventura. Naturalmente en el Cristina, que era donde se hospitalizaba a la alta burguesía y asimilados, y donde se alojaba el rey. Lo que ningún medio contó ni ninguno de los pocos que lo sabían, dijo jamás nada, salvo algún que otro observador privilegiado, es que Don Alfonso aprovechó el viaje para subir con muy escasa compañía, a Sierra Carbonera y ver desde allí cómo los británicos iban construyendo esa verja con la que Gibraltar se quiso separar, sin demasiado éxito, de su Campo.

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