Andar y contar
Alejandro Tobalina
Rutina
El 11 de diciembre de 1982, el gobierno gibraltareño decidió que la Verja solo permaneciese abierta de siete de la mañana a once de la noche, aunque de manera inmediata el gobierno británico revocó tal decisión. El paso fronterizo permanecería abierto 24 horas, como decidió igualmente España, muy a pesar de Gibraltar.Más de cuarenta años después siguen los recelos del gobierno de la colonia a la plena apertura con España.
Y esa mentalidad encastillada de protección de su territorio (y de lo que no lo es) se manifiesta igualmente en la desproporcionada actuación de su policía marítima con humildes traiñas pesqueras o con embarcaciones de estado españolas; o en la nula disponibilidad a reactivar los acuerdos de Córdoba en relación al uso compartido del aeropuerto con vuelos de y hasta España y el resto de la UE, que conllevaría una entrada Schengen propia sin controles británicos.
Eso sí, parece que Gibraltar no observa problema a la continuidad indefinida del actual laxo sistema fronterizo, que permite a los gibraltareños, entre otras ventajas, seguir residiendo en España pero sin tributar en nuestro país. Supongo que algún día las autoridades comunitarias pondrán fin a la anomalía que, para Schengen, supone el acuerdo transitorio de Nochevieja. Y más, teniendo en cuenta que el tratado definitivo no se ve cercano, ni casi viable si escuchamos a una y otra parte, muy a pesar de las cuantiosas cesiones españolas, propia de nuestra mentalidad quijotesca (o del tocomocho llanito, que poco o nada cede).
Para rematar las pocas ganas de llegar a deal alguno, y si de perpetuar su estatus, el chiefminister Picardo informa de que el PIB per cápita en Gibraltar ascenderá por encima de los 100.000 euros por persona, solo por detrás de Luxemburgo en el ranking mundial. España no llega ni a una tercera parte, algo más de 30.000 euros. Imaginen el de esta comarca en particular. Lo de la prosperidad compartida ya si eso, más adelante.
Otro dato que destaca Picardo es la ausencia de desempleo en Gibraltar, cuya verdadera fuerza motriz laboral es española, muy a pesar de algunos sindicatos gibraltareños, y pese al poco agradecimiento que se traduce en el injusto y desigual sistema depensiones, que perjudica al español frente a su compañero llanito.
De la cuestión militar y de los impedimentos soterrados a cualquier acuerdo por parte de las Fuerzas Armadas británicas, ya ni hablamos.Así las cosas, la pregunta es hasta cuando aguantarán España y la UE la teatralidad del otro lado de la mesa, sin intención alguna de acordar nada. El guion de la película del libretránsito y de la prosperidad compartida parece de Oscar, y actores muy bien pagados también actúan. Pero la llave que cierra el castillo no va a desaparecer de la bandera gibraltareña ni de la mentalidad indo-colonial de sus dirigentes.
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