La Magna de todas las magnas

09 de abril 2025 - 03:05

La riqueza de nuestra comarca es grande y variada. En estos momentos en los que estamos cerrando una cuaresma con múltiples actos culturales, sociales y, sobre todo, religiosos, tenemos que recordar que la Semana Santa, con sus hermandades y cofradías, también son una fuente económica.

Hace ya varios años, en marzo de 2012, con los problemas económicos asfixiando a las arcas municipales de La Línea, los enfrentamientos con los sindicatos por el impago de las nóminas y las múltiples bajas de policías locales, se le comunicó al Consejo Local que sólo se podría garantizar la seguridad en la zona centro de la ciudad. El pleno de hermanos mayores, encabezado por su presidente y su director espiritual, se reunió de urgencia y tras tres horas de deliberaciones acordaron no realizar las estaciones de penitencia en la calle.

Trece años han trascurrido de esa equivocada decisión, tanto social, cultural, económica y por supuesto religiosa de la que se hicieron eco la prensa y medios nacionales como ABC, la Ser, El Mundo y la Cope.

La primera reacción a esta decisión vino por parte de los comerciantes, sobre todo hosteleros y restauradores, que se comprometieron en un primer momento “de palabra” a pagar los gastos de seguridad.

Pero la respuesta más dura vino por parte del mundo cofrade. La decisión unánime del Pleno no tenía el apoyo de los hermanos de estas entidades. Incluso se realizaron dos concentraciones espontáneas.

Los consejos locales son importantes; para el gobierno de las hermandades, las Juntas son relevantes y, por supuesto, sus hermanos mayores. Pero aquí no puede existir ambigüedad de qué fue primero si el huevo o la gallina. Las hermandades y cofradías existen por sus hermanos, por sus miembros, mientras que los consejos son necesarios para la coordinación entre las hermandades. Pero si no existen dichas hermandades, los consejos no tienen razón de ser.

El orden es hermano, hermandad, junta de gobierno y, finalmente, consejo local. Y la presión de los hermanos obligó al pleno a revocar aquella decisión. Incluso se desoyó el consejo del Obispado de que no fuesen voluntarios para sustituir la labor de los policías.

Esa Semana Santa en mis recuerdos está marcada como la Magna de todas las magnas, donde existió una auténtica cooperación entre los cofrades de a pie, que pusieron y quitaron multitud de vallas, y donde el comportamiento de la ciudadanía fue ejemplar.

El consejo local asumió su error, se realizaron las estaciones de penitencia coordinadas por Juan Genal, su presidente (de los mejores cofrades que he conocido) y con el apoyo de Gemma Araujo, la alcaldesa. Tenemos que recordar que su gobierno fue quien nombró a la Inmaculada como alcaldesa perpetua.

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