
Diafragma 2.8
Paco Guerrero
De lección
La Rayuela
La muerte del papa Francisco ha entristecido a medio mundo, pero también ha provocado hondos suspiros de alivio. Era una china en el zapato de una elite gobernante –política, económica y eclesiástica– que en los últimos años ha extendido su dominio desde postulados ultraconservadores y creencias basadas en la ortodoxia más férrea. Llegan tiempos oscuros y Bergoglio era un rayo de luz para muchos, no sólo como máximo referente de los católicos, sino también como líder espiritual e intelectual. Una voz discordante en estos momentos. La orfandad que deja va más allá de los cristianos.
Dedicó sus últimas horas a clamar contra las guerras, a pedir respeto por los migrantes y ayuda para los hambrientos… Y a entrevistarse con el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, que junto a Donald Trump ejecutan una agenda política opuesta al mensaje del Papa. Fue demasiado. El colofón de un pontificado muy duro, rodeado de “loquitos” que mordían a la menor ocasión.
En el mismo seno de la Iglesia hay un movimiento de detractores que le dio un margen muy corto para empezar a conspirar, porque en 2015 (Francisco es Papa desde 2013) comenzaron a elaborar un documento que circula con el título de Informe Denzinger-Bergoglio, y que se supone que es una antología de las principales innovaciones de Francisco confrontadas con el “Magisterio de la Iglesia”. En otras palabras, las de sus autores, una recopilación de “herejías”. Entre esos “amigos de comunes inquietudes”, como se autodefinen, hay españoles que participan en el compendio con sus aportaciones. No lo tuvo fácil en países como el nuestro, incluido el suyo propio, Argentina. Es significativo que algunos de los mayores elogios tras su muerte hayan llegado de gobernantes y políticos ateos.
Francisco se marchó de un mundo que lo aclamaba en sus viajes, con personalidades que peleaban por hacerse la foto con él en el Vaticano; pero también es un mundo que no lo escuchaba. En tiempos de un papa humilde, humanista y pacificador todo se volvió más beligerante y excluyente. Pero fue listo y nombró a muchos cardenales presuntos bergoglianos. Ahora es su turno para decidir. No eligen sólo al papa de los católicos. Su fumata blanca será un mensaje global, urbi et orbi, en momentos de negrura.
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