La mala educación

22 de mayo 2024 - 00:00

No se trata de la película de Pedro Almodóvar. Tampoco de bulos, infundios o difamaciones, ni de insultos y descalificaciones entre políticos. Y menos aún de obras contrarias a las reglas de urbanidad o cortesía.

Con “La mala educación” es mi deseo centrarme en la calidad educativa. Es decir, en la capacidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje para lograr sus objetivos. Con el enfrentamiento más personal que ideológico de los partidos políticos no se realiza un trabajo en común por el proceso educativo. Son muchos los datos que podemos mostrar, pero me centro en dos: tenemos de las ratios más altas del Estado (alumnado por docente) y solo nos superan Melilla y Madrid. Y el abandono escolar en Andalucía continúa teniendo la mayor tasa. La media española es el 13% y aquí superamos el 20%. Cuando la Administración plantea planes de estudio, mejoras y transformación, la mayoría de sus participantes llevan años sin tener contacto directo con el aula. A los que seguimos en el trabajo “real” de la educación solo nos queda poner buena cara al mal tiempo.

La educación ha acompañado a la humanidad desde los albores de las cavernas. El conocimiento nos ha dado el dominio sobre especies más fuertes, veloces y con una infancia más corta.

Somos copistas feroces que nos sustentamos en el conocimiento, en la experiencia, en los inventos, en las investigaciones de otros. Por ello el primer pilar de la educación debe ser el trabajo en equipo, el apoyo mutuo, los proyectos en el que todos somos diferentes y esta diferencia nos enriquece. Hoy mi alumnado no está en un aula, entre paredes, sentado en pupitres, pero continúa el proceso educativo.

En nuestra comarca tenemos experiencias que demuestran que la educación está muy fuerte y viva: Diverciencia continúa creciendo y contagiando a más escolares y educadores. ¿Conoces los cuadros históricos que hace Daniel Antequera y las jornadas gastronómicas de francés de Goretti Bancalero en el IES Mediterráneo? ¿Y el proyecto de desarrollo de las emociones del CP Pedro Simón Abril? ¿Y el escape room del departamento de Inglés del IES Tolosa? ¿Y el proyecto Con el corazón no se juega de Sara Aguilar del Colegio Salesianos? ¿O que Alberto Castellano del IES Virgen de la Esperanza ha ganado el premio Educa Abanca?

Son muchas las prácticas educativas que fortalecen nuestra educación. El secreto es sencillo, nos encanta la tecnología, pero debemos seguir revolcándonos sobre la hierba, ensuciándonos las manos, tocando la naturaleza, sin olvidar el dulce olor de los libros, y teniendo claro que el centro no es un papel, sino el alumnado.

A la educación no se le pone muros de burocracia, sino alas de confianza y respeto.

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