Notas al margen
David Fernández
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No soy mucho de ver la televisión a lo largo del día, pero tengo un par de momentos en los que la pongo de fondo para que me sirva de arrullo a una pequeña siesta y, ya por la noche, directamente para dormirme. En los mediodías nunca he utilizado esa cadena que vive de las miserias de la gente y, de un tiempo a esta parte, me aficioné a ver un ratito Todo es mentira, un programa de Cuatro presentado por el catalán Risto Mejide, al que tengo por un periodista culto e irreverente que no suele reír las gracias a la fauna política española.
Normalmente es una mijilla lo que aguanto, pero siempre me toca oír los guiones que preparan para la actriz madrileña Virginia Riezu, a la que corresponde hacer unas gracietas en andaluz madrileño, con muy “mala follá”, pegando gritos y haciendo aspavientos sobre las historias, hoy, de la dimisión de la gallega Yolanda Díaz y, antes, del catalán Carles Puigdemont. Curiosamente, ni a la primera le hace los chistes en gallego, ella es de La Coruña, ni al segundo le escupe en catalán, es de Gerona. Sobre este particular he de decir que nunca hacen chistes sobre los vascos, se ve que a los guionistas no les ponen cachondos los asuntos de esa comunidad de España.
Y cada vez que la veo, porque soy así de buena gente y bicheo un rato el programa, recuerdo aquella entrevista maravillosa que hizo Roberto Leal, andaluz de Alcalá de Guadaíra, a Manu Sánchez, artista y filósofo de Dos Hermanas, en la que Manu dijo que “el único gran problema andaluz es ser pobres y el acento y la zeta tenemos que corregirlos por tener acento de pobres”.
“La ele catalana es burguesa y de alta alcurnia –explicó–, de la fábrica de textil que sacaba el beneficio al algodón que recogían nuestros abuelos en Andalucía”. “Si arreglamos que Andalucía deje de ser pobre, pondremos de moda la zeta en toda España”.
Y es que somos ya millones los andaluces que recorremos el mundo con nuestro extraordinario acento. Cientos de millones de personas nos comprenden perfectamente cuando hablamos, defendiendo nuestra lengua allende los mares y con máximo orgullo y comprensión. Y no sé yo si todas esas lenguas endogámicas de nuestro país están ampliando o disminuyendo la capacidad de comunicarse de sus hijos en otras universidades españolas y en el resto del mundo.
Que cada uno defienda desde el respeto lo suyo y que, ya que Susana Díaz (Triana, Sevilla), el antropólogo Javier Aroca (Sevilla) y el político Juan Marín (Sanlúcar) son colaboradores habituales de Todo es mentira, podrían sacar tarjeta amarilla a los guionistas de Virginia Riezu, que tiene menos gracia que un ataúd con pegatinas. Aunque, pensándolo bien, igual son los mismos que en su día escribieron los de la chacha de Médico de Familia, como bien diría nuestro Juan Carlos Aragón.
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