Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
La confrontación política es una constante en la praxis democrática, consustancial al sistema: contraste de visiones y debate de propuestas sobre cómo afrontar los asuntos de interés para la ciudadanía. Lo que ha dejado de ser normal en España.
Cuando los depositarios de la soberanía nacional dejan de comportarse de manera normal, los marcos de referencia se distorsionan y el mensaje que se traslada a la ciudadanía aparece desfigurado, fake news reiteradas. El recurso a la descalificación permanente del contrario envilece el debate. Y por ahí vienen los problemas para la democracia. Todo lo que la presunta “gente de bien” que es nuestra clase política transforma en esperpento, se vuelve aliento para populistas y demagogos que hacen su agosto ante la perplejidad del personal de a pie.
Estas cosas ya han pasado, miren Vds. ¿Se acuerdan del impresentable de Fernando VII? En pleno Trienio Liberal, con el rey conspirando contra el régimen constitucional y los absolutistas sublevándose por doquier, los liberales no supieron hacer las cosas: moderados y exaltados andaban a la gresca, mientras los malos se les colaban por la gatera. Así que hubo golpe reaccionario, restauración absolutista y una década de represión y miedo.
Y, al rato, con la atractiva república federal de 1873, más de lo mismo. Que si yo soy más republicano que tú, que si mi barretina mola más que tu boina casposa… Invento democrático al garete y restauración borbónica al canto. ¡Ahí va! 50 años de pseudodemocracia bajo el régimen corrupto de Cánovas y sus chicos.
Pues nada, sigan Vds. por donde van, señores parlamentarios y miembros de gobiernos variados. Continúen asqueando al personal, insultando a la inteligencia a diario. Denle cuartelillo a los hiperventilados independentistas para que recuperen resuello y alas a presidentas madrileñas desvergonzadas. Sostengan desde el Gobierno de la nación que todo puede ser cierto y falso a la vez, continúen ensuciando el nombre de España ante la U.E. cada vez que no les cuadran aquí las cuentas, sostengan a inútiles confesos tipo Mazón, sigan vulnerando desvergonzadamente la división de poderes consagrada por nuestra Constitución.
Entretanto, las libertades (no las de la estupidez de tomarse la caña en una terraza de la Plaza Mayor), la protección de los derechos esenciales y dos o tres fruslerías más irán poniéndose, cada día, un poquito más en peligro. Hasta que vengan a salvarnos los que brindaron con vodka ruso por el triunfo de un peligroso personaje llamado Trump. Delincuente, golpista, negacionista, conspiranoico, antivacunas, machista y xenófobo, que es sólo un corderito de postal comparado con su corte presidencial.
¡Vamos listos!
También te puede interesar
Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Estrechamente
Margarita García Díaz
Salud y alegría
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Crónica personal
Pilar Cernuda
Felipe VI: su mejor discurso
Lo último