Medias verdades

Asoma posible imputación con condena de trullo, y Mazón, así de repente, ha apostado por el camino de las concreciones. Se ha extendido la mediocridad entre la clase política no solo porque verdaderamente exista, sino también por el gusto del político por hacerse el tonto para que a la sociedad ni siquiera se le pase por la cabeza que sea capaz de hacer cosas de lo que verdaderamente es: un listo. Mazón, durante cuatro meses malabarista del espacio-tiempo, adopta ahora la precisión de un cronómetro de récord mundial de 100 metros lisos por debilitamiento del esfínter.

En su día dijo y repitió que llegó al lugar desde el que se gestionaba la catástrofe de la DANA a partir de las siete de la tarde, inconcreción seguramente justificada en que barruntaba que al asunto se le iba a acabar poniendo cara de toga y mazo y terminaría por centrarse en lo más importante: por qué no se alertó, a través de todos los medios existentes, a la población valenciana. Mazón ha mentido muchas veces, pero, ay fiera, no en esta ocasión. Ha escogido el comodín de la media verdad por mandato de la cobardía y se ha despojado del mínimo pudor que hasta ahora mantenía para disimular que al ciudadano, a su ciudadano, lo trataba como si fuera gilipollas. Se le ha olvidado, en cualquier caso, aquello de Machado: “¿Dijiste media verdad?, dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad”.

La jueza del caso ha tenido a bien centrarse en la alerta que hizo vibrar los móviles de los valencianos cuando ya arremetía el tsunami. Se envió a las 20.12 horas. Aquí la otra mitad: Mazón ya no llegó al CECOPI a partir de las siete de la tarde, sino a las 20.28 horas. Él, por tanto, no puede ser el responsable penal de que el aviso se retrasase tanto. ¿No puede ser? ¿De verdad? Chico, no sé, ni que la responsabilidad requiriera de presencias físicas.

Mazón dice que es de los pocos que da la cara, y tiene razón, porque no le queda otra y porque dimitir sería admitir una culpa mayor que la mínima que se ha atribuido. La responsabilidad parece en su enorme parte autonómica, la Justicia no halla por ahora atisbos de negligencia en instancias nacionales, pero ello tampoco libra de mezquindad y cobardía al Gobierno, que ha hecho lo que ahora el presidente de la Generalitat: apelar a la letra pequeña para quitarse pronto del medio. Y mientras, Feijóo, fabuloso soñador, sugiriendo ya un futuro equipo económico con Pallete al frente para un Gobierno que difícilmente presidirá si no echa pronto la vista al Levante y le dice al compadre: “Carlos, a las 20.28 horas en mi despacho”.

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