Hay que reconocer a los fascistas que la Cultura es un veneno mentiroso. Porque me engaño, como si hubiera respuesta, y me pregunto continuamente la causa de que el ser humano sea tan depravado. Parece mentira que una cosa tan simple sea capaz de tanta maldad. Y mira uno a estos dementes que causan muertes, destrucción, persecución, torturas... y no se sabe el qué.

Yo con mi literatura, mi música, mi pintura, mis ideas, mis placeres... veo que todo el universo es un gigantesco medio, un instrumento para salir de mí mismo y llegar a mí mismo, lo que pretendo nunca se satisface con el objeto (olviden la espiritualidad, por favor) sino que es una pretensión mía pragmática, con un sentido, y vuelvo: qué finalidad persiguen estos criminales, ¿hay mayor cinismo que actuar con la pretensión de estar liberados de obligaciones? ¿Qué coño es ser libre?

Están liberados del amor, de la descendencia, de la Naturaleza y la armonía, liberados de la sexualidad como motor de todo, de la tranquilidad, de la compañía sincera, del cariño, de la admiración mutua, de la paz de una vida resuelta sin excesos, de la muerte propia, de ver sufrir, del dolor de los cercanos; sin embargo son esclavos del absurdo absoluto de Dios, de los dogmas, de la fe inútil, de la eterna juventud, de la apariencia y del juicio ajeno eterno, son esclavos del poder como demostración de la frustración personal más cutre.

Me doy cuenta del peligro de perder la referencia propia, recupero el adagio clásico del “Conócete a ti mismo”, y veo que cuando uno se abandona, cuando no se atreve al sufrimiento (y la gloria) de ser lo que somos, llegan las mentiras: la nación, la historia, las leyes, el dinero, el éxito, el lujo, la fama, la raza, la religión, la cultura, la tradición, el orgullo, el pueblo, la impostura, el personaje y la máscara... tanta superioridad para posarse en la estupidez.

La mayoría de los conceptos que manejamos son hueros, sólo si tenemos claro qué es lo que nos daña podemos evitar el dolor, nos enfrascamos en búsquedas que no tienen sentido porque hay unos comportamientos básicos que entendemos y podemos intentar controlar: la agresión a los demás siempre tiene su reacción, ahora o después, calcular que podemos manejar a los otros todo el tiempo es la fantasía del psicópata, siempre se pierde, podrás aplastar pero al final mueres. Se nos va la realidad, lo que hay de bueno en la vida, y alimentamos un odio que no da beneficio alguno por ningún lado salvo el ver sufrir a quien pisoteamos, lo que nos hace oscuros, resentidos, vengativos, porque la sumisión de otra persona nos genera desprecio, violencia, desesperación, es esta droga del control de lo real, una farsa que nos convierte en criminales sin vida, mesiánicos.

A mí leer, comer, beber, follar, pasear, amar, ser amado, someterme al clima, hablar, reír, mirar la vida pasar, observar el mundo y sus periplos me dan suficiente materia para el placer, ya paso más tiempo calibrando lo que me sobra y lo sencillo que es lo que me falta... ¿qué querrán estos Señores de la Guerra?

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