Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Un drama
La esquina
LOS representantes legítimos del pueblo andaluz no han apoyado los Presupuestos Generales del Estado presentados por el Gobierno. La culpa no fue del cha-cha-cha, sino del miembro de un miembro principal de la Junta, que obró el milagro de que el Parlamento autonómico no dijese amén a un proyecto de Zapatero.
¿Cómo fue posible? Faltaban dos diputadas socialistas, de baja por maternidad, y una tercera, por enfermedad, y faltaba el presidente Chaves -el más interesado en que se aprobase la resolución-, recibido en audiencia por el Rey en su condición de presidente federal del PSOE. Pero el voto decisivo fue el que no pudo emitir el consejero de Presidencia, Gaspar Zarrías, quien alegó, tratando de impugnar la votación: "el miembro me ha fallado".
El ciudadano atónito ha de suponer que el miembro que le falló a Zarrías fue el brazo derecho, pero en su caso la duda no es superflua, porque el consejero tiene en su trayectoria política un hecho demostrativo de que puede votar también con miembros distintos del habitual. Años atrás, cuando era senador, Zarrías fue sorprendido votando con el pie para cubrir la ausencia de un compañero de escaño que había abandonado la Cámara Alta. Fue un auténtico voto delegado, aunque sin documento notarial. Por piernas.
En realidad el jueves no hubo fallo, sino triquiñuela. Las imágenes de la sesión parlamentaria, distribuidas ayer por el Partido Popular, reflejan que Gaspar Zarrías estaba distraído con su teléfono móvil cuando los diputados habían sido urgidos a votar. El otro vicepresidente, José Antonio Griñán, llegó a darle un codazo para avisarle, pero cuando Zarrías se precipitó a pulsar su botón, ya era demasiado tarde. No falló el miembro, sino su dueño.
A otra política andaluza que también se lía con los miembros, nuestra Bibiana Aído, una conspiración entre el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) y la ortodoxia de Bono ha liquidado la mayor aportación a la igualdad que hizo en su primera comparecencia ante la Comisión del ramo -del ramo de la igualdad- del Congreso. Con toda intención dijo entonces que esperaba mucho del compromiso de "los miembros y miembras de la comisión". Los taquígrafos de las Cortes, de profesionalidad intachable, registraron literalmente lo dicho, palabra por palabra, pero es costumbre que en la transcripción posterior por escrito se eliminen las palabras no reconocidas por el DRAE y se "traduzcan" las mal pronunciadas por los diputados o las sintácticamente defectuosas.
Aído habló de miembras a propósito, pero los cabrones de la Academia, que diría un personaje de Valle-Inclán, han reducido su reivindicación a lapsus. De momento sigue siendo miembro del Gobierno, no miembra.
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