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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
El almirante Vernon llevaba en sus barcos las monedas conmemorativas de la toma de Cartagena de Indias en 1741, aún antes de atacarla. En un buen ejemplo de presunción y soberbia, la plaza española del Caribe se daba por conquistada. ¿Qué podrían hacer 3.000 defensores y seis barcos ante la enorme expedición de Jorge II, rey de la Gran Bretaña e Irlanda, 37.000 hombres, 36 navíos de línea, una docena de fragatas? y 135 transportes?
Las dotes militares de Blas de Lezo y la malaria arruinaron el proyecto de Old Grog, mote del vice-almirante inglés, que, derrotado, debió dedicar al Monopoly las acuñaciones con el lema “El orgullo de España humillado por el almirante Vernon”.
Los british son unos genios con el marketing. Todo el mundo supo de su victoria dos años antes en Portobelo, que incluso tiene calle en Londres, aunque se dice que el rey prohibió que se hablara de la humillante derrota. Y que se había compuesto para la ocasión el himno Rule, Britannia!¸ que hubo que tunear para los partidos de la selección inglesa de fútbol.
La prensa dice que, ahora, el Gobierno de Gibraltar saca una moneda de 50 peniques por el 320 aniversario de la toma del Peñón, efectuada en nombre del rey Carlos III de España (no el Borbón, claro, sino el Austria).
La singularidad del gibraltareño se ha forjado a lo largo de esos tres siglos de pertenencia del Peñón al mundo británico, aunque sus linajes de esa antigüedad no son la norma. Como todas las identidades nacionales, la suya se gestó en relación a una amenaza externa: la España de Franco. Castiella había pedido la devolución en 1966, en 1967 la mayoría de la población de Gibraltar se pronunció favorable a seguir siendo británicos y, con el cierre de la frontera de 1969-1982, ese sentimiento se hizo más pronunciado.
Se había aprobado una constitución yanita en 1969 y la Verja no se reabrió hasta 1982, a pesar de haberse restablecido la democracia española cinco años antes. Todo había cambiado tras trece años de aislamiento forzoso, encontrándonos con el tiempo expresiones que acompañaban tal estado de opinión, como la denominación oficial de Gibraltar National Museum o Gibraltar National Archives. ¿Les suena lo del Museu Nacional d’Art Catalunya? Como si la clave de todo no fuera el interés estratégico de la base de la Royal Navy.
Ahora veremos si, en la otra cara de la monedita, figura lo que la propaganda inglesa silenció sobre la forma nada honorable de la toma de la plaza en el verano de 1704: el uso de rehenes civiles españoles tomados a los defensores, que sacaron la bandera blanca ante la fama del comportamiento enemigo en El Puerto de Santa María dos años antes. Con las fortificaciones intactas y los refuerzos en camino.
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