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Montañas en el Estrecho

Un cortado

23 de diciembre 2024 - 03:05

El último hallazgo de que vivimos en uno de los lugares más singulares de la Tierra me llegó casi de casualidad, como ocurre con la mayoría de los descubrimientos. Gracias a las infinitas vueltas de este maravilloso oficio, me encontraba apurando una conversación más que interesante con el experto meteorólogo Juan Antonio Salado sobre todo lo relacionado con la devastadora Dana que sacudió la Comunidad Valenciana. Justo antes de despedirme, recibí un chispazo que me hizo lanzar una última pregunta: ¿Por qué las previsiones del tiempo se equivocan tanto en el Estrecho?

Años lanzando maldiciones al viento de levante, a la dichosa levantera que incordia a las nubes y no les deja reposar tranquilas para descargar su necesaria agua. Cuán equivocado me hallaba, seguramente como tantas otras personas que han echado los dientes en esta comarca. Resulta que Eolo no tiene nada que ver en este asunto. ¿Entonces, por qué no llueve ni la mitad de las veces que se anuncia agua?

Como tuvo a bien explicarme el que sabe, la razón tiene que ver con la tecnología, con las máquinas que están tan presentes en casi todos los aspectos de nuestras vidas. El superordenador más potente de España a día de hoy es el que se encarga de realizar las continuas simulaciones meteorológicas por sectores, por unas franjas de unos nueve kilómetros cuadrados con las que van dando cuerpo a un parte del tiempo que se actualiza constantemente. Este superordenador es el que maneja la Agencia Estatal de Meteorología, que acierta y mucho.

¿Pero qué ocurre en el Campo de Gibraltar? Insistirán ustedes. Pues resulta que esta computadora analiza la franja del estrecho de Gibraltar y ve una cadena montañosa donde confluyen el Mediterráneo y el Atlántico. Tal cual. Con esas montañas simuladas, el escenario para que la humedad se condense y descargue es maravilloso. El problema es que esa cordillera no existe y claro, pasa lo que pasa.

Esta explicación que yo he terminado poco menos que por caricaturizar me hizo reflexionar sobre el uso de los ordenadores, fundamentales en nuestras vidas y claves en nuestro avance como sociedad, sin embargo, lejos aún de ser infalibles. La IA todavía está algo verde para andar sola.

Seguramente aquel fenicio, ibero, bereber, visigodo o cualquiera de nuestros ancestros tendría perfeccionado un sistema de observación de los cielos con el que acertaría lo suyo en sus predicciones sobre la lluvia mientras contemplaban la Bahía y el Peñón.

Probablemente ese superordenador lo que ve son los ecos del pasado montañoso que unía los actuales continentes de Europa y África hace millones de años. Igual no va tan desencaminada la máquina.

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