El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
La reacción actual contra el feminismo es dineraria. La estructura económica del planeta pende de su explotación, sea directamente sea a través de un modelo de sometimiento patriarcal que la constituye en soporte para que el varón pueda trabajar o, muchas veces, haciendo ella todo. El sorprendente machismo juvenil es la manifestación ideológica del miedo del dinero masculino (en casi todas partes la mujer es adorno o paria) a perder su poder. No hay por qué ser consciente de esto, la diferencia entre la persona libre y la que no radica, precisamente, en la asunción analítica de las situaciones, el intolerante lo es desde la Verdad, no debate: se defiende.
Mientras no haya una instancia superior a los Gobiernos que obligue bajo penas a los gobernantes a respetar los Derechos Humanos, el capital impondrá sus ideas usando todos los medios de opresión posibles; las redes sociales laminan al Occidente ilustrado (en remisión) y a los liberales auténticos de todos lados, mientras la mayor parte de la Humanidad está controlada con la pobreza y su hermana ignorancia a través de las creencias religiosas, que cumplen el papel de mamporreras del dinero.
Me indigna lo de Venezuela, pero más me indigna ver cómo se obvia la situación de las mujeres en Afganistán: fin de la educación y del trabajo, código de vestimenta, no poder salir solas de casa, no practicar deporte, segregación en el transporte público, sometimiento en bodas, sexo y reproducción, control de su visibilidad, prohibida la protesta y hasta ir a salones de belleza (Amnistía Internacional), no muy diferente de otros muchos países en los que la riqueza de algunas privilegiadas disfraza el crimen.
Un mundo que fuera a mejor no toleraría la esclavitud de más de la mitad de su población. Los privilegios de las religiones deberían estar limitados en todas partes a lo privado, crea usted lo que quiera en su casa y sin sobrepasar la Leyes. Esto es impensable hasta en España, pregunta: ¿Cómo casa con la Constitución una organización que prohíbe el acceso a sus cargos directivos a las mujeres? Lo coherente sería ilegalizarla automáticamente; ilegalizar a la Iglesia española provocaría, por aquéllos que dicen defender el bien y la paz universal, la guerra peor que pudiéramos imaginar. E imaginando, piensen en meter mano al Islam... imposible.
El mal del mundo es la ignorancia, saber cura las creencias irracionales, las limita y revela las relaciones de poder; por eso es hermana de la pobreza; si el dinero no puede condicionar las leyes básicas y los derechos, se convierte en ariete de los criminales, el desprestigio de las izquierdas viene de haber perdido el Norte defendiendo imagen y eslóganes en vez de hacer políticas educativas igualitarias y normas redistributivas de esa riqueza.
En cuanto nuestra sociedad sigue convirtiendo en objeto a la mujer: es una cultura violadora. Ahora haga demagogias en lugar de analizar, seguro que le preocupa mucho Venezuela y no los miles de millones de esclavas que bregan para mantener a sus ordeñadores.
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