Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Universidades
La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. O sea, este artículo es políticamente incorrecto.
Íñigo Errejón, a la vista de cuanto se lleva publicado hasta ahora sobre su doble vida, pública y privada, se ha revelado como un -presuntamente- depredador sexual. Con él sigue siendo cierto el título de la película dirigida por Miklós Jancsó en 1976, Vicios privados, públicas virtudes.
A fin de cuentas de alguien que hizo fullerías con la Universidad de Málaga en 2016, cuando la UMA le abrió expediente por cobrar como investigador de un proyecto sin realizar su labor desde Málaga y cobrando por asesorar a Podemos, no nos debe sorprender sus supuestos comportamientos sucios y guarros con las mujeres. Pablo Iglesias, entonces mandamás de Podemos, se venga de su ex amigo aduciendo que esto se sabía desde hace tiempo. El marido de Irene Montero (y ex de Tania Sánchez) mejor debería estar calladito después de haber manifestado que azotaría a otra Montero (Mariló) hasta hacerla sangrar. De indignados a indignos.
Pero que los árboles no nos dejen ver el bosque.
En la denuncia de la señora Muniaá publicada, contra Errejón, hay cosas que llaman la atención. Por ejemplo: fueron juntos a la fiesta de un amigo de Elisa, no de Íñigo. De acuerdo. ¿Pero, por qué tras subir en el ascensor con él y tras haberle metido mano -para entendernos- en ese habitáculo, en contra de su voluntad, no le dijo "como has subido por el ascensor lo bajas tú solito, que yo me quedo sola en la fiesta sin ti, que la invitada soy yo, no tú?". ¿Por qué más tarde, cuando la metió en una habitación de esa vivienda y Errejón cerró el pestillo de la puerta realizándole tocamientos inconsentidos, llegando a sacarse “su miembro viril”, cuando pudo estar libre no le espetó: "Quillo vete que no te aguanto más?". Y, sobre todo, después de estos dos episodios de agresión sexual, no uno, dos, se fueron juntos, sin nadie más, en coche al domicilio de Errejón y allí él volvió a intentar tener relaciones sexuales con ella, momento en el que Elisa le afeó su comportamiento y le recriminó que le estaba haciendo sentir incómoda y violentada. ¿Es que pensaba que Íñigo no le iba a meter mano otra vez? El que nace lechón…
Igual es que estoy chapado a la antigua, pero no acabo de comprender que en una misma noche, una misma mujer soporte tres agresiones sexuales machistas de un misma persona de género masculino (no quiero llamar hombre a quien así se comporta) y, encima, deje pasar más de tres años para denunciarlo.
Y ahora, que se haga justicia.
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