El muro de Berlín

Ad Hoc

23 de junio 2024 - 05:03

Al final de la II Guerra Mundial, Stalin, Churchill y Roosvelt se reunieron en Yalta para determinar el futuro de la derrotada Alemania. Una de las decisiones de la conferencia fue la partición del territorio del Tercer Reich entre los Aliados. Se estableció que la zona otorgada a la Unión Soviética comprendería casi un tercio del país, la República Democrática Alemana (RDA). La capital, Berlín, fue dividida en dos sectores, el occidental ocupado por norteamericanos, británicos y franceses y el oriental para los soviéticos.

La frontera entre los dos sectores, en principio abierta, fue pronto sometida a restricciones desde la parte oriental. En 1961, en un contexto de fuertes tensiones entre Estados Unidos y Rusia y ante el flujo incesante de inmigrantes hacia el Oeste, provocado por el deterioro de las condiciones de vida de la RDA, las autoridades comunistas decidieron cerrar la frontera entre la parte oriental y occidental de Berlín y hacer impenetrable el paso entre la zona oeste de la capital y el resto la RDA. Construyeron el muro de Berlín (una materialización del metafórico “telón de acero” pergeñado por Churchill como representación de la Guerra Fría). Un muro de hormigón armado de 3,40 metros de altura, coronado de alambre de púas con un perímetro de 155 kilómetros, 302 torres de vigilancia y 20 búnkeres. Para justificarlo, en la RDA le denominaron “Muro de Protección Antifascista”, mientras que los berlineses occidentales lo bautizaron como “Muro de la Vergüenza”. A pesar de su sofisticada construcción, en los 28 años que se mantuvo en pie fue atravesado con éxito por más de 5.000 personas. Otras tantas fueron capturadas en el intento de cruzarlo. 144 fueron abatidas a tiros y 33 murieron a causa de las minas.

Lo curioso es que todos los que lo traspasaron, o lo pretendieron, lo hicieron en el mismo sentido, del estado socialista satélite de Moscú a ese islote capitalista que representaba Berlín Oeste. A pesar de la grandilocuente propaganda de la Stasi –el más eficaz servicio secreto del bloque socialista– cantando las maravillas del comunismo nadie quería mudarse a aquel paraíso. Aunque ideológicamente Alemania del Este era una “democracia popular”, en la práctica era una dictadura con una economía planificada con inexistencia del Estado de Derecho y sin libertad de prensa ni movimiento. Salvando las distancias, estamos asistiendo a como un gobierno socialcomunista nos está “vendiendo” las mismas recetas que se emplearon en la RDA siguiendo el ejemplo soviético. Sin tener que recurrir a los métodos de la Stasi (somos más imbéciles) nuestro gobierno esta poco a poco desmontando el Estado de Derecho y hasta la propia nación y aspira a controlar al ciudadano que se desvíe de la norma socialista. Nuestro mérito es que en vez de salir de la cárcel… ¡queremos entrar en ella!

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