La otra orilla
La lista
Veo todos los días, al llegar a casa, a un señor con pintas de autobusero sentado en un banco que cada tarde lee un libro diferente. Autobusero no de El 47, que aún no la he visto, pero he visto que Pedro Sánchez la ha visto para decirle a España que la ha visto y eso es lo importante. Autobusero de la EMT madrileña, que se conoce mejor los atajos de la capital que Higinio Blanco su trinchera infinita. No sé qué lee porque nunca alcanzo a distinguir el título de los libros sin tener que pararme. Tengo miedo de que me pida el abono si lo hago.
Sí aprecio el grosor de la lectura en cuestión, y tiene más de Crimen y castigo que de Carta de una desconocida. Una hora después, cuando me voy a boxear, sigue allí, imperturbable, como la estatua de Machado en un banquito de Baeza. Vuelvo a mirar el ejemplar y, por lo avanzado, calculo que en ese tiempo ha podido leer 350 páginas. Lo veo y pienso en el vídeo de un niño asiático, genio y figura, que en clase pasa las manos por las hojas de un libro y se las lleva a la cabeza como si se bautizara de conocimiento. Me digo que este señor autobusero o es un prodigio o es un profundo farsante que solo quiere que le veamos ‘leer’, como Sánchez quiere que veamos que va al cine.
Acudo a mamá Google para saber si lo de este tipo entrañable es normal y me doy cuenta de que hay gente diciéndome que no sé leer. Hay cursos, manuales y vídeos conminándome a que no pierda más el tiempo y aplique sus métodos cognitivos. Me aparece un friki tirando de escuadra y cartabón para enseñarme a leer por bloques, y descubro que hay una tal Anne Jones que ha sido seis veces campeona del mundo de lectura rápida y que su actuación estelar, como Pelé en México 70, fue zamparse las 607 páginas de Harry Potter y las reliquias de la muerte en 47 minutos. Al parecer, después le hacen un test y, si acierta, es que se ha enterado de qué va la vaina. Como en el carné de conducir. Veo también que Bill Gates es capaz de leer 900 palabras por minuto y ha desarrollado un método por el que le ha preguntado Mark Zuckerberg para copiarlo pero que hace años ya aplicaba Kennedy. Chico, qué agobio. Quienes seguimos encontrando en la lectura un escudo contra la inquietud diaria y no inventamos cosas ni presidimos los Estados Unidos de América nos sentiremos más identificados con la frase de Woody Allen: “Hice un curso de lectura rápida y fui capaz de leerme Guerra y paz en veinte minutos. Creo que decía algo de Rusia”.
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