La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
Antes que la Capitana ponga un pie fuera de su parroquia, de que bendiga las aguas del litoral de Levante, de que la plaza Chaminade se convierta en un jardín florido, de que tengas que mojarte en el desembarco para que Ella llegue limpiamente a la arena, de que la veas pasear por las calles engalanadas, tuvo que existir la palabra. El verbo debía emocionar a los escuchantes y animarlos a viajar en el tiempo y en el espacio con fe y fervor.
Antes de que la reina de las fiestas con su corte visitara a nuestra Patrona, que las carrozas desfilasen animando al gentío, de que las bandas exhortaran a la ciudadanía a bailar alegremente con foráneos, de que el Domingo Rociero te enseñe a compartir tu alegría con el extraño y a bailar y cantar aunque no sepas, de que las casetas abrieran sus puertas para encuentros familiares y cenas de amigos, de que la chiquillería llenara de risas las atracciones, de que los abuelos paseen a sus nietos, de que los jóvenes espolearan sus ganas de vivir, de que vuelvas a saborear una japonesa, tuvo que existir la palabra. El verbo debía anunciar lo que está por venir, y lo que significa para esta localidad su Velada y Fiestas.
Antes de que Española y Gaditana resuene no a las cinco de la tarde como cantaba el poeta, sino a las 7:30, tuvo que existir la palabra. El verbo se hace capote de faena.
Estamos en Fiestas, pero es la palabra la que anuncia y nos anima a vivirla en todo su esplendor.
La Línea de la Concepción tiene bellas estampas, lugares singulares, tradiciones ocultas, amaneceres y atardeceres que te abrazan el corazón, pero lo mejor es su gente, y este año tenemos con la palabra a tres Caballeros Linenses. No los comparamos, son distintos, pero es como si por una casualidad que no existe, porque todo es causalidad, se hayan alineados para pregonar nuestra tierra. Tres astros alineados para dar luz y esplendor.
El 6 de julio disfrutamos con el Pregón a las Fiestas del Carmen de Juan Enrique Sánchez Moreno, presbítero. Él nos paseó por tierra, mar y aire en los brazos de la Capitana.
El 11, el I Pregón Taurino Plaza del Arenal, fue una faena magistralmente realizada por Juan Carlos Gordillo, valiente y cambiando de tercio con maestría. Él no se ha quedado en la barrera, sino que ha cogido al pregón por los cuernos arrancando el aplauso del gentío.
El 12 de julio, viernes de coronación, Álvaro Picardo abrió su corazón lleno de amor por este rincón. La noche la convirtió en amanecer despertando sentimientos dormidos y recuerdos escondidos.
Fuegos artificiales partieron de sus labios para alumbrar lo que está por venir.
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