
Envío
Rafael Sánchez Saus
Lecturas de días contritos
En los últimos tiempos parece ser que se hacen y dicen muchas cosas en nombre de la democracia. Los Estados Unidos de América se erigen como los garantes de las libertades en el mundo y nuestra gran Europa quiere mantener su estatus de cuna de la democracia. Pero son muchas las incógnitas que nos rodean. El mundo vive en una deriva que nos trae un relato esquivo y desconcertante sobre lo que somos, cómo actuamos y hacia donde pretendemos ir.
Con la excusa de ser demócrata, o de que se hace en favor de las libertades, se está actuando de forma irregular y dañando al sistema. Se tiende hacia el autoritarismo más descarado en nombre de la democracia con una desfachatez que es propia de la ficción más burda.
Mientras, el pueblo vive adormecido si le dan “pan y circo”. Ahora y siempre fue así. Algunos creen que esta forma de vivir supone progreso y que tienen sus necesidades cubiertas. Se olvida la necesidad de cultivar el pensamiento y se transige para poder vivir a diario con vacaciones a toda costa, aunque haya que pedir un préstamo. Nada importa, a no ser que se trate de sentirse con todas las banalidades cubiertas y que el placer nos haga sentirnos dueños del mundo.
Esta es nuestra sociedad, una sociedad que vive de espaldas a la realidad y a la que no le importa nada que no sea su felicidad. Lo que diga un desequilibrado, sus declaraciones exaltadas que pueden desestabilizar el equilibrio mundial, no importa a nadie. En otra medida, y en otros países con menor peso mundial, sus dirigentes también andan montando caballos desbocados y tampoco pasa nada. La conciencia colectiva es inexistente, nadie mira más allá de su propia nariz y con el olfato atrofiado no se percibe el olor a humo que se respira en la calle. La sanidad está saturada, las agresiones a sanitarios son frecuentes, como pasa también con los profesores, las ocupaciones de viviendas son una preocupación para muchas personas, como lo es para otras muchas encontrar una vivienda digna. La red de carreteras necesita más inversión, también la educación y la sanidad. Las fuerzas del orden requieren más medios para actuar contra el narcotráfico y la delincuencia. La violencia se vive como algo cotidiano. Una violencia que se ramifica y llama a todas las puertas con nombres diferentes.
Vivimos un siglo XXI difícil de descifrar, donde todo cabe y nada o casi nada es censurable. La audacia del hombre nunca fue tan lejos.
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