Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
Apreciado Sr. Sánchez: Por la presente he de decirle que no. Llevo meses con las cosas claras, usted no es a quien yo votaría para su cargo, pero no creo que lo haga diferente a otros presidentes que han ejercido su trabajo en España, incluso, dadas las circunstancias, mejor, sobre todo que un par de ellos que se han investido de Historia y olvidan la enorme carga de basura que arrastran.
A mí las naciones me importan una mierda, lo digo por ahorrar conversación. Me provocan el mismo rechazo intelectual el nacionalismo español que el catalán; no soy religioso. Pero sí confío en el control de los poderes entre sí, el gran invento de la democracia es ese extraño equilibrio en el que ninguna parte tiene el poder absoluto ni está libre de ser “procesado” (entiéndase no técnicamente) si otro poder ser viera abusado. La Ley suele ser, aunque el exceso está acabando con su fuerza, la garantía de ese equilibrio.
España no es un Estado federal. ¿Debería serlo? Éste es un debate interesante para su próxima campaña electoral, el PSOE podría llevarlo como horizonte de cambio para el futuro y si obtiene mayorías que se lo permitan: despidamos a los Borbones, hagamos una veintena de países, una supraconstitución, negociemos seguir en la UE, etc. No me niego, es posible que hasta les votara. El problema es que si usted no lo propone así, va a generar un conflicto entre Instituciones cuyas funciones son garantizar el equilibrio, la igualdad. Hace mucho que pasa esto, le doy la razón: hace falta ser muy hipócrita para haber firmado las cosas que han dado Gobiernos en España y ahora rasgarse las vestiduras.
Eso, por ejemplo, de hacer oposiciones al funcionariado en idiomas distintos quizá sea constitucional (lo dudo) pero favorece o jode, según, a alguna ciudadanía concreta... Lo que no es óbice para que sea obligatorio dominar las lenguas oficiales correspondientes en un plazo bajo amenaza de concurso forzado. Y tragamos. La igualdad incluye la solidaridad en el reparto de las recaudaciones; el catalán, esencialmente, no existe, como tampoco el madrileño, existe el contribuyente aunque sea de una aldea de Palencia. Aquí el problema es cómo atender con todos sus derechos a esta señora de la España abandonada, eso es la política, porque el resto del debate es sobre cómo dotar de infraestructuras a inversores que sólo buscan beneficios, que es el intríngulis que me hace pensar que en España no hay izquierdas pero tampoco liberalismo: si tanta inversión quieren, que la hagan, a ver si la empresa española va a resultar al final comunista.
Es muy triste ver a los amnistiados por el genocidio en el 77 mover cielo y tierra para impedir un cambio de dinámica en Cataluña. Sin embargo, como votante de izquierdas que soy, le felicito por abrir el debate del federalismo, las relaciones internacionales, la Monarquía, la estructura económica del Estado, su propia definición y por tanto la multiplicación de Poderes Judiciales, etc., pero no lo haga por la puerta trasera: es desagradable. Si Cataluña no es plenamente libre, entonces usted se asume como opresor (y me mete). No.
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