El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Nuestra Señora de Occidente
Si hay un mérito que reconocerle a las plataformas de contenido en línea como Netflix, Prime Video y similares, es haber devuelto la actualidad –y lo digo sin reparo alguno– una de las mejores series de la historia de España: Aquí no hay quien viva. Todos recordamos algunas de sus frases más célebres, coletillas que han calado hasta nuestros días como “qué mona va esta chica siempre” o, como es el caso que nos atañe hoy, “un poquito de por favor”.
El entrañable Emilio Delgado, portero de la finca decimonónica más famosa de nuestro país, repetía esta frase con asiduidad, en muchas ocasioneas cuando sus vecinos no eran muy considerados a la hora de tirar la basura, incluso practicando sus tiros a la canasta desde el balcón.
No puedo dejar de acordarme de esa frase cada que, en mi calle, procedo a realizar un acto tan sencillo como normal como es tirar la bolsa de basura en el contenedor. Es en ese momento que comienzo a dudar de si es tan sencillo como creo, cuando veo una montaña de bolsas de basura rodeando el depósito metálico.
Desde mi asombro –e indignación, para qué ocultarlo– me veo obligado en muchas ocasiones a recurrir al lado trasero del contenedor, que además da a la carretera, ante la imposibilidad de acceder por el punto junto a la acera. Por supuesto, apenas se ven unas cuantas bolsas dentro del mismo.
Oímos continuamente quejas sobre las averías de los contenedores –completamente justificadas, por otra parte– pero la gran mayoría de quienes bajamos la bolsa de la basura tenemos la suficiente agilidad como para abrirlo con la mano sin dejar los residuos en el suelo, causando que, durante el verano, decenas de moscas se adueñen del entorno.
Creo que en este tipo de detalles es donde se aprecia por qué Aquí no hay quien viva es una serie de tantísimo éxito, tanto antes como ahora. Hasta la más surrealista e inverosímil de las situaciones vividas entre las paredes de la calle Desengaño 21 tiene traslado a nuestra vida diaria aunque no hagamos juntas de vecinos cada semana.
Seamos buenos vecinos y, aunque no tengamos a un Emilio que saque la basura, tengamos “un poquito de por favor”.
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