Prohibir la guerra

El orden mundial ha cambiado vendidos los Estados Unidos por Trump al dictador exsoviético Putin, por lo que Europa debe redefinirse. Dos movimientos simultáneos y aparentemente contrarios, por un lado rearmarse y comenzar a rechazar la presencia y la necesidad de los USA como garantía de seguridad, no es capricho: ahora son esbirros de la mafia rusa. Por otro, reivindicarse en sus valores humanísticos, promover en la ONU (intento de reanimación) la prohibición de la guerra como delito atribuible a los gobernantes que las pusieren en marcha, antes de que sea tarde.

Las estrategias de Europa deben empezar a moverse hacia el Norte de África y al Oriente Próximo, Israel va a quedar fuera como parte de la comunidad criminal Putin-Trump-Netanyahu, es una lástima dado su paso de víctima a victimario gracias a Bibi. Toda inversión en promocionar la democracia en los países árabes, desmontar el fanatismo a través de la educación, es decir, metiendo dinero y generando trabajo productivo, es el único seguro de vida que queda a Europa para sobrevivir a este triunviro asesino. Es Europa quien debe tener bases militares en estas zonas, es Europa quien debe redefinir la OTAN reconvertida en OTMed con el Mediterráneo como centro neurálgico.

Hay que prohibir la guerra, no he dicho la violencia, eso no se puede. Prohibir la guerra significa que el gobernante manifiestamente agresor debe ser automáticamente expulsado del ordenamiento internacional sin capacidad de decisión. Y eso incluye a sus cómplices evidentes. En la ONU hay muchas firmas que podrían promover algo así, aunque en la práctica ya sabemos quién se impondría, pero el retrato y las posiciones serían manifiestas. Estos criminales no pueden usar la carne de inocentes para sus negocios y quedar impunes. No hay guerra justa, la guerra es un mal en sí mismo por el que pagan inocentes, jamás está justificada. Nótese que tampoco entramos en el derecho a la defensa, que siempre requiere ataque. Lo que pedimos es que si alguien usa recursos militares para sus objetivos, sea proscrito y perseguido.

El orden mundial ha cambiado. La doctrina del caos se impone y no podemos dejarnos arrastrar. Debemos producir y generar protección y medios para mantener nuestra forma de vida más o menos civilizada. Estados Unidos debe empezar a respetarnos, si no seremos lacayos de un paleto con ínfulas cuyo único mérito es ser un demente sin conciencia.

Trump ha traicionado todos los valores que hicieron de Estados Unidos una potencia mundial en lo bueno y en lo malo. Ha regalado (sabe Dios el precio) a nuestros enemigos antiliberales nuestro sistema de vida. Es una vergüenza de tal calibre para la historia que no se entiende la falta de reacción pacífica que devolviera el orgullo y la grandeza de sentirse norteamericano, sea eso lo que fuere. Cree Trump que la vida es incendio, que el progreso es erupción, que donde pone la bala el porvenir pone, pero no, pueblo de Estados Unidos. ¡Despierta!

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