El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Tribuna
El mismo comentario se ha venido repitiendo muchas veces desde hace varios años entre los vecinos cuando se acerca la época estival: “Cualquier día tenemos que salir corriendo porque el monte se quemará y llegará a nuestras viviendas”. Lo que no era imaginable por nadie es que a principios del mes de abril se pudiera producir el incendio tan temido por los vecinos. Al final, no hemos tenido que lamentar daños en vivienda alguna, pero sí un daño medioambiental en este maravilloso lugar.
Recordemos que donde se inicia el incendio pertenece a los montes públicos del Excmo. Ayuntamiento de Tarifa, en el lugar de Betijuelo. Después pasó al lado de Betis, también monte público. Desde ambos lugares, pasando por la loma de San Bartolo, se adentró en la finca privada de El Chaparral. Montes que, ya indicado por vecinos año tras año, no presentan apenas trabajos de prevención o de mantenimiento forestal.
Cabe recordar que la finca de El Chaparral estuvo en un consorcio con la Junta de Andalucía por más de 40 años y los trabajos forestales brillaron por su ausencia en los últimos 15 años del consorcio, con apenas limpiezas de unas pocas hectáreas durante ese último periodo de tiempo.
Los propietarios actuales ya quisieron hacer trabajos de limpieza en la sierra y estos fueron denegados por la administración, alegando que causaba impacto a las colonias de buitre leonado o al alimoche común. También se prohibió a la sociedad de cazadores El Águila Imperial, que gestiona un coto de caza en la zona, realizar el desbroce de veredas existentes o nuevas en la sierra San Bartolo por el mismo motivo, aunque estos trabajos sí se autorizan en otras zonas de la finca.
Quizás la política medioambiental de la Junta de Andalucía y, en su caso, las normas impuestas por el Gobierno Central y Europa, en su ímpetu por conservar, están haciendo que los montes estén más desprotegidos a la hora de los temidos incendios causados por diversas formas, ya sean intencionados, por acciones climáticas o por circunstancias en las que imprudencias humanas llegan a encender la mecha. También, las políticas de las labores de extinción, en las que no se toman en cuenta a los vecinos y propietarios, a los guardas de fincas ni a los guardas de cotos de caza. Ni siquiera tienen la oportunidad de expresar sus conocimientos de zonas de acceso al lugar, dirección de veredas, puntos o pozos de agua, comportamiento de vientos en la zona, etc.
Reconocemos que las labores de extinción siempre se realizan en condiciones climáticas adversas, pero la desesperación de los vecinos por perder su medio de vida son siempre más fuertes que las propias decisiones de técnicos, que igual no arriesgan nada o no tienen nada que perder. Por ello, algunas veces pudieran ocurrir comentarios salidos de tono o acciones mal interpretadas. Siempre por no comprender las, a veces absurdas, normas y leyes que los diferentes gobiernos hacen para la población, que en muchas ocasiones no traen sino malos resultados, al contrario de la intención con
las que fueron creadas.
Quizás, tendrán los legisladores que tomar buena nota y empezar a cambiar algunas normas y leyes. Por estas líneas quizás no cambie nada, pero pudiera ocurrir que alguien de los que está en el lugar idóneo empiece a revertir este tipo de políticas medioambientales, ya que prohibir y restringir no es lo mismo que proteger y conservar.
Aprovecho la oportunidad para indicar que una simple chispa en el lugar y momento equivocado, aunque os parezca inofensiva, puede llegar a ser muy perjudicial, no sólo para el monte, sino para toda la fauna y flora que habita en el lugar e incluso para el propio ser humano.
Desde las siguientes líneas hasta el final, quisiera de manera general y sin mencionar nombre alguno de personas, agradecer:
Sin más, muchas gracias por haber leído este texto.
También te puede interesar
El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
La ciudad y los días
Carlos Colón
Sobre nuestra entrevista a González
Quousque tandem
Luis Chacón
La jungla de moqueta
Monticello
Víctor J. Vázquez
No es 1978, es 2011
Lo último