El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Superioridad femenina
La esquina
La cantada de Víctor de Aldama ante el juez que le investiga como presunto corruptor a gran escala ha suscitado distintas reacciones. La más tópica e inocua, la del líder de la oposición, que se la cree a pie juntillas y la usa como argumento definitivo para convencer a los aliados de Pedro Sánchez de que lo dejen caer en su ensoñada moción de censura. Misión imposible por ahora.
La reacción de Sánchez, sus ministros, subordinados y palmeros tampoco es que sea mucho más acertada o sólida. Primero, porque descalificar las denuncias de Aldama por ser éste un delincuente que busca la libertad provisional –y la obtiene, ya que el juez se las ha tomado en serio– no significa que sean falsas ni que sean verídicas. Otros delincuentes vinculados a la política han aliviado sus condenas autoinculpándose y, a la vez, denunciando con la verdad a sus cómplices. Recuerden a Amedo y Domínguez, Alberto Perote, Bárcenas o El Albondiguilla (caso Gürtel).
Segundo, porque la rotundidad e incluso el tono jocoso de Sánchez y los suyos pueden volverse en contra de quienes los adoptan. Santos Cerdán se ha ceñido a proclamar que él no ha recibido ninguna mordida de Aldama. Vale. Pero el presidente del Gobierno asegura que todo es “una inventada” y la vicepresidenta Montero sube la contundencia y los decibelios: “Nunca, jamás, ha habido nada de lo que este señor ha dicho y nunca, jamás, ni se ha producido contacto ni se ha producido reunión de nadie con este señor”.
Pero ¿y si sí? ¿Y si alguno de los aludidos por el empresario de la triple C –conseguidor, corrupto, cerebro– sí se ha reunido con él, ha cobrado comisiones por sus servicios o colaborado en su trama? Aldama se apresuró a replicar a Sánchez nada más salir de la cárcel: no se preocupe, tengo pruebas de todo. Ya veremos si todo es una fábula del ex presidente del Zamora para aliviar su situación penal o hay documentos, correos y fotografías que avalen su denuncia.
Cuando conoció las corruptelas de Ábalos, Pedro Sánchez lo echó del Gobierno, pero lo metió en la lista para diputado. Es lo que suelen hacer los partidos con sus corruptos mientras pueden. Cuando se publicó su foto con Aldama no dijo toda la verdad: no había sido el recuerdo pedido por un militante posando con el amado Líder, sino un encuentro en el reservado del teatro, inmortalizado por Koldo. Aldama es el hombre que acompañó en un viaje a Rusia al presidente de Iberia y a Begoña Gómez.
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