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¿Podemos puede?
La arqueología es una recomendable praxis que depara sorpresas, pero también interrogantes y dudas. Cuando recurrimos a ella, afloran teselas sueltas de un mosaico que luego debemos recrear, ya que se han perdido otros muchos componentes que impiden ofrecer una visión conjunta plena de certezas.
En el contexto de las obras que se están desarrollando en la calle Ojo del Muelle, se ha producido el descubrimiento de unas estructuras que se han identificado con los restos de una de las cuatro puertas de la Algeciras medieval. En la segunda mitad del siglo XIV, cuando se produjo la destrucción de la ciudad, esta tenía cuatro accesos principales: al norte la puerta del Fonsario o de Gibraltar; al oeste, la de Jerez, de donde partía el camino de la Trocha; al sur la de Tarifa y al este, la del Mar.
Tras siglos sepultados bajo tierra impostada, bajo una red caótica de conductos, atarjeas, capas y desagües, han visto la luz unos valiosos restos del maltratado urbanismo local. Al rescatar elementos que durante cientos de años han permanecido sepultos hay algo de artificial vuelta a la vida, de revelación de una materia que formaba parte de nosotros sin apenas saberlo, de hallazgo de un apéndice que podría formar parte de algo sustancial de lo que no éramos conscientes. Las piedras del arco de medio punto que vuelven a ver un cielo ahora encajonado entre altos edificios surgen como restos frágiles de un pasado envuelto en olvido y cieno y se convierten en fogonazos de breve existencia, antes de que la grava y el pavimento los cubra de nuevo.
Bajo capas de asfalto y tierra han aparecido las estructuras pétreas de un lienzo mural donde se inserta la imposta norte de un arco de medio punto y una serie de dovelas que alcanzan hasta la clave central. Se trata de una construcción de pequeñas dimensiones elaborada con bloques de calcarenita y sugiere la existencia de una arcada de reducido tamaño a una cota poco por encima del nivel del mar. Posee una relación estrecha con la antigua ojiva del Ojo del Muelle que dio nombre a la calle, derribada con el ensanchamiento de la misma en 1919; ahora bien, su descubrimiento plantea numerosas preguntas a las que será necesario responder en el futuro: ¿cuál es la relación entre ambas fábricas?, ¿hasta qué punto esta desvelada construcción dificultaría el paso de embarcaciones al supuesto puerto interior ubicado en lo que luego fue Plaza Baja?, ¿sería este lugar de paso la entrada de las hipotéticas atarazanas medievales de Algeciras o se trataría de la puerta que comunicaba con los arenales sobre los que rompían las olas en su costa de levante? Como todo buen descubrimiento arqueológico, este viene a despertar hipótesis, interrogantes, incertidumbres para una ciudad que aún desconoce mucho de su pasado.
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