Estrechamente
Margarita García Díaz
Salud y alegría
In memoriam
Toda prensa nacional recogía ayer la noticia del fallecimiento del fotoperiodista Juan Guerrero Luque, desenlace que se esperaba tras el empeoramiento de su estado de salud. Al igual que siempre reconocía el fotógrafo, todas las notas necrológicas citaban el nacimiento del artista en Tarifa en 1940.
Para orgullo de los tarifeños, Juan Guerrero se convirtió desde hace unos años en uno de los principales referentes de la cultura de Cataluña. Como muestra decir que, cuando hace unos meses el presidente de la Generalitat catalana visitó al Papa, le regaló un libro con fotografías de Guerrero y poesías de Joan Maragall.
La Vanguardia en su necrológica de ayer decía de Juan que era el fotógrafo que miraba al mundo con el corazón, pero la obra del tarifeño va más allá, porque tenía la rara sensibilidad de saber captar el alma de las personas a las que fotografiaba.
Más de medio centenar de libros recogen la obra fotográfica de uno de los más insignes hijos de Tarifa. Muchas de estas obras se pueden consultar en la Biblioteca Municipal de Tarifa y dos de ellas fueron editadas en esta población.
Aunque Juan Guerrero, conocido profesionalmente como Joan, sólo vivió sus primeros catorce años en Tarifa, la permanencia en la tierra natal marcó toda su vida, aquí se formó su carácter y también aquí nació su pasión por la fotografía, convertida posteriormente en su profesión.
Su biografía titulada Zapatos rotos y publicada hace unos años dedica la mitad de sus páginas a las vivencias del fotógrafo en Tarifa. Fueron años duros y difíciles, que cualquiera intentaría borrar de sus recuerdos. Pero Juan no era así, sin olvidar lo penoso, mantuvo permanentemente en su recuerdo los momentos felices, sobre todo sus juegos infantiles en la playa de Los Lances.
Es extraordinario el fuerte sentimiento que Juan Guerrero tenía por Tarifa. Como anécdota contar que cuando hablaba con él y ocasionalmente decía alguna palabra típica de Tarifa, paraba la conversación, repetía esa palabra pausadamente y se transportaba a la Tarifa de su infancia.
Al escribir estas líneas se me agolpan recuerdos y anécdotas, porque Juan no era sólo el fotógrafo en blanco y negro que captó con su cámara la vida de los humildes, sino que era una persona de un carácter muy especial. Siempre sensible, sereno, cautivador y comprensivo, que supo superar admirablemente las adversidades que tuvo en la vida.
Hace unos meses Juan Guerrero quiso ir a Tarifa para, como él decía, despedirse de su tierra. Algunos pequeños problemas de salud hicieron que fuera retrasando su visita, que algunos queríamos convertir en un homenaje a quien siempre alardeó de tarifeño. Finalmente, no pudo superar una imprevista enfermedad. Pero Juan Guerrero se ha despedido de Tarifa y de su playa de Los Lances. Él ya lo tenía previsto y lo dejó escrito: “Un día tornaré a Tarifa, volaré a ras de la espuma del gran mar que, un día, me entibió en sus frías aguas, y podré despedirme con agradecimiento de sus abrazos maternales”.
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