
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
El órdago estéril de Núñez Feijóo
Conquistado el Reino Meriní de Algeciras a los moros en 1344, Alfonso XI incorpora a los títulos de la corona de Castilla el de Rey de las Algeciras. Todavía hoy, Felipe VI ostenta el título de Rey de Algeciras igual que es también Rey de las Dos Sicilias, de Castilla, de Jerusalén o de Gibraltar, entre algunos otros más. Sin embargo, ni los algecireños ni sus instituciones oficiales jamás se han referido a Algeciras por su histórico título de reino; al contrario de lo sí han hecho otras instituciones con Asturias, Girona o Viana (principados, en este caso), que presumen de ese vínculo histórico con la monarquía, lo utilizan e incorporan a sus campañas de promoción turística como un activo indiscutible de mercadotecnia.
En unos años (esperemos que muchos), si no se producen giros políticos inesperados, Leonor de Borbón será reina de España y, también, de las Algeciras. Sin embargo, si contrae matrimonio, su marido no será rey, ni siquiera rey consorte: la Constitución habla expresamente de “reina consorte” para referirse a la esposa del rey y de “consorte de la reina” para referirse al esposo de la reina, y el Real Decreto 1368/87 de 6 de noviembre es rotundo: “La consorte del Rey de España, mientras lo sea o permanezca viuda, recibirá la denominación de Reina y el tratamiento de Majestad”. Y sigue: “Al consorte de la Reina de España, mientras lo sea o permanezca viudo, corresponderá la Dignidad de Príncipe” y, como consecuencia de ello, el tratamiento de Alteza.
Obedece esta discriminación legal, evidentemente, a una intención clara del legislador por dejar claro que, si el heredero legítimo es una mujer, su marido no debe ser nunca confundido con la figura de un rey soberano. Así también, con esa contundencia de la letra de la ley se quiere frenar la posibilidad de que el marido de la reina, alegando que es rey, ejerciera funciones constitucionales que no le corresponden.
Esta discriminación real por razón de sexo se une a la también discriminación de la mujer frente al varón en la sucesión a la corona. Ambas discriminaciones podrían salvarse con “la modificación de la mención relativa al sexo consignada inicialmente en la inscripción del nacimiento”, posibilidad que a los padres de la Constitución ni se les pasó por la cabeza como tampoco se les pasó que el rey o la reina pudieran casarse con una persona de su mismo sexo.
Leonor será Reina de Algeciras algún día (salvo que Letizia Ortiz dé a luz un varón). Podría ejercer ese reinado simbólico y nobiliario igual que ya ejerce de Princesa de Asturias (también simbólicamente), de Princesa de Girona (presidiendo la fundación y entregando los premios anuales) y Princesa de Viana. Mientras llega ese día, cuando alguien me pregunte de dónde soy, yo voy a responder: “del Reino de Algeciras”. ¡Ea!
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