Andar y contar
Alejandro Tobalina
Rutina
En tránsito
Cuando Robespierre y sus incondicionales fueron declarados “ciudadanos fuera de la ley” y condenados a muerte sin juicio alguno, la legislación que los llevó a la guillotina era la de los tribunales revolucionarios del Comité de Salvación Pública que ellos mismos habían aplicado sin piedad cuando guillotinaron a miles de ciudadanos inocentes. Y muchos años después, durante los terribles procesos de Moscú que condenaron a muerte a miles de líderes comunistas acusados de los crímenes más extravagantes, la legislación que se les aplicaba era la misma que ellos mismos habían aplaudido y apoyado sin fisuras, hasta que un día se les aplicó a ellos en vez de a otros ciudadanos sin culpa. Hay una dinámica perversa en todas las legislaciones que ignoran las normas del Estado de Derecho. Y al final, esa legislación dictatorial acaba arrastrando a los mismos que la habían aplicado sin ninguna misericordia. Toda Revolución acaba devorando a sus hijos. Y eso debería saberlo cualquier persona con dos dedos de frente, aunque en España –donde la Historia es pura propaganda– esa verdad sea prácticamente desconocida.
Y eso es lo que le ha pasado a Íñigo Errejón. Su caída ha sido provocada por una campaña teledirigida a base de denuncias anónimas en las redes sociales, pero el propio Errejón llevaba muchos años practicando los linchamientos virtuales y las denuncias que no respetaban la presunción de inocencia y que carecían de toda base jurídica. Es evidente que el comportamiento de Errejón ha sido repugnante, pero a todo ciudadano le asiste el derecho elemental a defenderse de las acusaciones que no estén probadas en un juzgado. Todo lo demás es histeria y espíritu inquisitorial, un espíritu que se ha apoderado de nuestra sociedad y que nadie –y eso es lo grave– parece haber detectado como peligroso e injusto. Pero las cosas son como son, y el MeToo ha resucitado el espíritu vengativo –puro resentimiento, pura acusación histérica, puro fanatismo ideológico– de los guardias rojos de la Revolución Cultural maoísta. Y este ha sido el espíritu que se ha llevado por delante a Íñigo Errejón. Y a los que irán detrás, porque estos movimientos sociales que combinan la histeria con el fanatismo actúan como un incontrolable deslizamiento de tierras que destruye todo lo que se encuentra.
También te puede interesar
Andar y contar
Alejandro Tobalina
Rutina
Por montera
Mariló Montero
Los tickets
En tránsito
Eduardo Jordá
Linternas de calabaza
El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto