21 de noviembre 2024 - 03:05

Desde que las sociedades adoptaron el sedentarismo, instalaron sus aldeas próximas a ríos, de los que obtener la imprescindible agua para la agricultura, la ganadería, la producción de bienes y el consumo humano. Tanto es así, que a las primeras grandes civilizaciones históricas las llamamos fluviales, porque fueron los valles del Tigris, el Éufrates, el Nilo, el Indo, el Ganges o el Huan-go las geografías que facilitaron y aportaron los recursos necesarios para su desarrollo.

Sin embargo, tempranamente comenzamos a usar los ríos como vertederos, confiando en que la fuerza de sus caudales hiciera desaparecer todo aquello que molestaba. Con el paso del tiempo y el cada vez mayor alejamiento humano de la Naturaleza, toda clase de inmundicias y, modernamente, vertidos industriales, fueron tirados a los cauces, en un ejemplo paradigmático del concepto que podemos identificar con meter la basura debajo de la alfombra.

Y llegados al súper, mega e imparable avance tecnológico de la actualidad, hemos procedido a invadir los lechos, construir barriadas enteras en ellos, polígonos de toda índole, instalaciones deportivas, aeropuertos e infraestructuras varias, etc. Los hemos soterrado, desviado, represado, trasvasado, siempre con un único objetivo: la rentabilidad económica. La misma que suele traducirse en grandes beneficios sólo para unos pocos.

Paralelamente, se considera un desperdicio dedicarles cuidados, como la limpieza, o la recuperación de sus riberas, ignorando las señales más que contrastadas con datos y registros que informan de cómo el clima se está viendo afectado por la depredadora actitud humana, eso que ya la geología acierta en llamar Antropoceno.

Ahora, después de los últimos episodios de lluvias extremas, podemos seguir lamentando la tardanza de las alertas o las ayudas, o disculparlas esgrimiendo un buen puñado de mentiras o, incluso, culpar a otros de las desgracias, porque para algunos constituyen una oportunidad de atacar al adversario. Y así estaremos hasta que deje de ser noticia dentro de poco. La vida ya no es lo que se vive, sino lo que se cuenta. Pero estoy segura de que se adoptarán pocas medidas de cara a la prevención de algunos de los efectos devastadores como los ocurridos en Valencia.

La planificación urbanística y la ordenación del territorio, basados en criterios que armonicen el progreso con el medio natural y la justiciasocial, es otra de las grandes deficiencias a la que dar respuesta, si la Humanidad quiere tener futuro. Ya saben, homo sapiens es la especie en el Planeta a la que cabe el honor de ser la única que destruye el nicho ecológico que la sostiene.

stats