Ojo del muelle
Rafa Máiquez
Ya tenemos el lío formado
Tarifa/Si bien la iniciativa público-privada presentada en Tarifa proclama que busca modernizar y revitalizar el frente litoral de la playa de Los Lances, considero que este enfoque puede estar distorsionando el verdadero propósito de la planificación urbana, que debe ser integral. Es esencial que cualquier proyecto de transformación territorial en un municipio como Tarifa, con su amplio patrimonio natural y su valioso entorno ecológico, no se limite a actuaciones fragmentadas en los espacios más codiciados o de mayor atractivo económico.
La planificación debe abordar la totalidad del territorio y garantizar que los beneficios derivados del desarrollo urbano sean compartidos por toda la población, y no únicamente por unos pocos actores privados o sectores privilegiados. La planificación pública es una herramienta clave para el desarrollo equitativo de un municipio. En lugar de centrar los esfuerzos exclusivamente en las áreas más valiosas o económicamente rentables, como el frente litoral de Los Lances, es imperativo que se aborde el conjunto del territorio municipal, incluyendo aquellas zonas que podrían no ser tan atractivas para la inversión privada, pero que son fundamentales para la cohesión social y el bienestar de la población.
El desarrollo urbano no debe estar guiado únicamente por la lógica del mercado ni por los intereses de quienes controlan los activos más lucrativos, como las parcelas costeras, sino por una visión global que considere las necesidades y aspiraciones de todos los ciudadanos. Tarifa, con casi 420 km² de territorio, de los cuales gran parte está protegido por su valor ecológico, tiene un reto aún mayor en cuanto a la gestión de su suelo. El hecho de que gran parte de su territorio esté bajo protección no debe ser una excusa para concentrar las inversiones únicamente en el pequeño porcentaje de suelo disponible. Por el contrario, se debería promover una planificación territorial integral que no solo renueve espacios específicos, sino que piense en el municipio en su conjunto: ¿Qué ocurre con los barrios alejados de la costa o con los espacios que no están en el centro de atención de los inversores privados?
La transformación de Tarifa debe responder a una estrategia global que priorice el interés público y la equidad territorial, y no a la privatización de los beneficios generados por un suelo costero que, en esencia, pertenece a todos los ciudadanos. La implicación de la iniciativa privada en el desarrollo urbano es bienvenida, pero no a costa de que los intereses privados predominen sobre los públicos. No es suficiente con que el Ayuntamiento y la sociedad Gran Parcela S.L. cumplan con el marco normativo y las exigencias de sostenibilidad ambiental. Lo que está en juego aquí es la función redistributiva del urbanismo y la necesidad de que el conjunto del municipio se beneficie de los procesos de renovación y transformación. Un enfoque restrictivo que privilegie la intervención en el frente litoral podría generar una Tarifa dividida, con un litoral moderno y sostenible, pero con zonas interiores abandonadas o mal planificadas.
La modernidad no debe ser solo una cuestión de diseño arquitectónico o de accesibilidad al océano; debe ser, ante todo, un principio de justicia territorial y social. La verdadera sostenibilidad implica pensar en el largo plazo, en la cohesión entre el centro y la periferia, y en un desarrollo que no solo responda a las presiones económicas inmediatas. Es un error pensar que transformar el frente litoral es suficiente para asegurar un futuro próspero para Tarifa. Al contrario, la transformación debe abarcar todo el territorio, respetando los valores ecológicos y sociales, y asegurando que las áreas menos atractivas para la inversión privada también reciban atención y recursos. Por último, no podemos caer en la tentación de actuar rápidamente solo porque "el mundo sigue avanzando".
La planificación urbana no se trata de seguir tendencias o de construir a toda costa. Se trata de proyectar un futuro equilibrado y justo para todos. Saltar paredes y abrir ventanas suena inspirador, pero debemos preguntarnos: ¿esas ventanas y paredes se abren para todos los ciudadanos y ciudadanas de Tarifa, o solo para quienes se benefician de un litoral revitalizado? No se trata de frenar el progreso, sino de asegurarnos de que ese progreso sea inclusivo y esté verdaderamente al servicio del bien común. En conclusión, el momento de actuar en Tarifa no debe implicar una visión parcial y mercantilizada del desarrollo. Es el momento de priorizar una planificación pública y territorial que abarque la totalidad del municipio, promoviendo un desarrollo equilibrado, inclusivo y justo para todos los habitantes, y no solo para los intereses vinculados a los espacios más valiosos
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