
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Sánchez y el último vuelo de Paddy
Crónica personal
No hay mayor irresponsabilidad que la del dirigente que mira hacia otro lado para no asumir responsabilidades. Es, además, una cobardía. El mundo vive una situación en la que no es descartable que la guerra de Ucrania sobrepase las fronteras y se extienda a los países que comparten frontera con Rusia o con Ucrania. Y en España, su presidente se niega a aceptar hechos que inquietan a todos excepto a él mismo. Pueden equivocarse los agoreros, ojalá, pero hay motivos para preocuparse. La tensión que se vive desde hace tres años por la guerra de Ucrania se ha agudizado por la llegada a la Casa Blanca de un personaje que se caracteriza por imponer su voluntad por encima de cualquier otro criterio, incluidas las leyes, y que no acepta consideraciones que no sean las propias. No escucha a quienes podrían alertarle sobre los peligros, y mucho menos escucha a los que intentan hacerle entrar en razón.
Europa se prepara a todos los niveles para un escenario que nadie desea, pero que obliga a tomar decisiones valientes por si fracasan. Se están viendo actitudes ejemplares, desde un Starmer que parece ser un miembro más de la UE dejando de lado el Brexit, y ha asumido una posición activa para estar preparados por si se extiende la guerra, hasta el acuerdo al que han llegado en Alemania conservadores, socialdemócratas y verdes. Han superado sus diferencias para acordar un proyecto de gobierno que trabaje conjuntamente contra el peligro. En Italia, Meloni ha anunciado a sus socios de gobierno que incrementará el gasto de Defensa para cumplir los compromisos de la OTAN y la UE sin disminuir el presupuesto social, y además mantendrá su diálogo con Trump ya que ha logrado establecer una buena comunicación con el presidente americano. Pedro Sánchez intenta navegar sin mojarse, sin asumir los compromisos a los que obliga la pertenencia a la OTAN y la UE, y su actitud está llevado al descrédito la imagen de España. No hay más que leer los comentarios que se publican en medios de comunicación extranjeros, medios que son muy conscientes de que es el momento de tomar decisiones difíciles y que no es aceptable mirar hacia otro lado. Sánchez, que presume de ser un líder respetado en el exterior, se ha arrugado ante socios que le exigen quedarse al margen de las decisiones de Defensa porque, ignorantes, o empeñados en discursos de asamblea universitaria de los setenta, obsoletos, desfasados, viejunos, le quieren marcar el paso.
Tan es así que Sánchez no se atreve a comparecer en el Congreso. No quiere que se expongan sus vergüenzas, su debilidad. La de un presidente al que tienen contra las cuerdas media docena de partidos irrelevantes por su escasa representación parlamentaria. Pero que, sin ellos, perdería lo que más le importa: La Moncloa.
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