
Diafragma 2.8
Paco Guerrero
De odio
Crónica personal
No fue el mejor día para Pedro Sánchez. Quedó perfectamente claro que pierde dos apoyos parlamentarios que le van a amargar el tiempo que le queda de Gobierno, los de Sumar y Podemos y, por si no fuera suficiente, Feijóo le dio un buen repaso, lo que siempre pone de mal humor al presidente, que tiene especial animadversión hacia el líder de la oposición.
Se visualizó perfectamente que el debate en el que Pedro Sánchez debía informar sobre la reunión del Consejo Europeo de la semana pasada sobre el papel de la UE en la Defensa europea, iba a ser muy incómodo para él. Tenía que informar al Congreso sobre el peligro de guerra y el presupuesto concreto que España aportará a la Defensa, pero Sánchez no encontró la manera de cumplir.
Nadie le creyó cuando dijo que España cumpliría su compromiso de incrementar el presupuesto de Defensa sin tocar el gasto social. No solo es imposible hacerlo, porque el dinero que hay es el que hay, y además la UE no aceptar lo que pide Sánchez. Por otra parte la palabra del presidente ya no vale, porque no cumple lo prometido.
Sánchez tuvo que escuchar dos frases demoledoras. Una del líder de la oposición, Feijóo, que le espetó una verdad de las que duelen: cómo vamos a comprometernos con la OTAN cuando la mitad del Gobierno quiere salir de ella. La otra, la que lanzó la portavoz de Sumar al presidente: la OTAN es hoy una organización zombi.
Feijóo dio en el clavo cuando dijo a Sánchez que había acudido al debate sin un plan presupuestario de Defensa, y que no lo tenía porque están sin presentar los Presupuestos Generales del Estado. Le advirtió de que es obligado presentarlos y votarlos. Y que si no lo hace porque perdería la votación, la otra salida era convocar elecciones. Sánchez no piensa hacerlo, aunque no sea más que para no dar esa oportunidad a Feijóo.
Crece la desazón en el propio sanchismo, incluso se ven caras preocupadas en el Gobierno.
Ursula Von der Layen presiona a Sánchez recordándole que tiene que presentar unos presupuestos de Defensa que recojan las instrucciones de la UE y la OTAN; y en Bruselas y otras capitales se empieza a mirar regular, tirando a mal, al jefe del Gobierno español: varios países europeos alertan a su población para que se preparen por si no se resuelve bien el problema de Ucrania, y no hay ciudadano europeo que no tenga ya en su poder, o al menos conozca, las recomendaciones para hacerse con un kit de supervivencia.
La situación es grave, pero el presidente español solo piensa en sí mismo: en cómo continuar siendo presidente. El resto, aparentemente, le tiene sin cuidado.
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