Qué hacer si nos pillan fumando

Dentro del humor español se han dado dos parejas especialmente relevantes, la de Tip y Coll y la de Faemino y Cansado. Ambas, de un humor absurdo, surrealista, ingenioso y que nunca ha tratado de gangosos, homosexuales ni política, aunque en el caso de Tip y Coll lo hacían sobre franceses, que viene a ser lo mismo. Lo digo porque si hacer mofa de estos casos puede ser entendido por algunos como ejercicio máximo de la libertad de expresión, mal vamos.

El caso es que sobre política no han hecho, pero viendo algunas escenas (alguien dirá ahora sketch, allá en su libertad) me doy cuenta de que quizás un poquito sí.

Por ejemplo, en No estoy fumando, de Faemino Y Cansado, cuando uno para de reírse y vuelve a verlo con algo de paz interior, parece que esté describiendo el comportamiento de cualquier politicucho de tres al cuarto, de esos para quienes la realidad es una señora mal vestida y la verdad, su hija impertinente a la que hay que evitar a toda costa.

Démosle una vueltecita. Se ve a Cansado solo en el escenario y entra Faemino con gorra de plato que le pone a su compañero, con lo que le otorga de un cierto aire de autoridad de portero de discoteca, Entra mientras se fuma un cigarro que maneja con fluidez de la mano a la boca, repitiendo el recorrido cuantas veces haga falta para demostrar que no está fumando, mientras expulsa el humo con fruición y fino estilo.

El propósito del vídeo es mostrarnos qué se puede hacer si te pillan en una situación así. O en cualquier otra, claro. Las fintas dialécticas y el reino de las falacias es lo que tienen. Más o menos sería así:

-Cansado: Oiga, que está usted fumando.

-Faemino: ¿Quién yo? No, no, yo no estoy fumando.

-C: Es que aquí no se puede fumar, está prohibido.

-F: No, no yo no estoy fumando (la nube del cigarro se extiende orgullosa sobre el escenario).

-C: El cigarro está encendido.

-F: ¿Cuál cigarro, cuál, cuál? No, no es un cigarro, es un pitillo.

-C: Apáguelo.

-F: Pero si no está encendido, se habrá encendido solo.

-C: Está usted molestando a la gente.

-F: Ah, pues ya me callo. Y no es mío, es de un señor, que me ha pedido que se lo guarde.

-C: Pues usted tiene responsabilidad civil subsidiaria y tendré que llevarlo al calabozo.

-F: ¡Qué va, qué va, qué va, yo leo a Kierkegaard!

-C: ¡Ah, en ese caso, fume, fume!

Si lo leemos bien, Faemino no responde a ni una sola de las interpelaciones de Cansado, a ni una. Contesta a lo que no le han preguntado, le da otro nombre a las cosas, desvía la atención sobre culpas de alguien inexistente, niega la evidencia y, por último, elude cualquier reponsablidad porque lee al filósofo danés Kierkegaard, que ya sabemos todos que es un eximente universal. ¿No nos suena de nada?

Lo peor es que si le preguntáramos a más de un espectador, diría que es verdad, que no entiende tanto follón, porque Faemino no estaba fumando, que eran solo los afanes de un portero mal informado, fruto seguramente de alguna absurda deriva ideológica.

Seguro que al final no va a hacer falta ni un meteorito.

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