Los sitios del rey

Alfonso XI es rey de Castilla y de Toledo, de León, de Galicia, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaén, el Algarbe… y también de Algeciras. Alfonso XI debió de ser un hombre decidido, capaz de retomar el afán de su bisabuelo, Alfonso el Sabio, por controlar las costas del Estrecho. Tras el avance que supuso la conquista de Tarifa por Sancho IV, las tropas castellanas fueron incapaces de expandir sus posiciones en un territorio que durante décadas fue lugar de verdadera frontera. Sirviéndose de las fortificaciones realizadas en la vía que atravesaba tan inhóspitos parajes y reconstruyendo enclaves como los puentes góticos que vadeaban el arroyo del Yeso, Alfonso el Onceno puso sus ojos en la conquista del principal puerto por donde desembarcaban continuamente refuerzos musulmanes provenientes del norte de África. En 1340 obtuvo la victoria del Salado, con lo que se aseguró la presencia cristiana en Tarifa y comenzó a planificar el sitio algecireño, que superó con creces los de Teba o Alcalá la Real, el cual facilitó la conquista de Priego, Carcabuey o Rute. Con el apoyo de numerosos cruzados europeos, los monarcas de Francia e Inglaterra y las escuadras de Génova, Portugal y Aragón, el rey castellano se dirigió hasta Algeciras acompañado de otro apoyo muy personal: el de su amante Leonor de Guzmán, la joven viuda sevillana con quien concibió diez hijos y con quien compartió un largo asedio entre cruentas batallas en las marismas del Palmones y cacerías de osos en el cercano valle de Ojén.

El 26 de marzo de 1344 se produjo la rendición de una ciudad dual, una Algeciras formada por “dos villas de gran brío, situadas en tierra fiel, por entre las cuales discurría un río que llamaban de la Miel”. Así aparece descrita la población en el verso 2012 del coetáneo Poema de Alfonso XI. 627 años después, en 1971, el Ayuntamiento de la ciudad homenajeó al monarca de la misma con la erección de un monumento en su memoria. La ejecución de la escultura fue obra de Carlos Gómez de Avellaneda. Proyectada inicialmente en bronce, al final se realizó en piedra artificial y desde entonces se alza frente a la entrada principal del Parque sobre un rosado pedestal rodeado de cadenas. Con las obras que se ejecutan actualmente en este espacio se ha decidido el cambio de ubicación de la estatua, que interfiere en los planes de la nueva zona de bajas emisiones. Igual es un buen momento para acercarla a las vecinas murallas medievales e incluso encararla a la antigua puerta del Fonsario o de Gibraltar, por donde probablemente el monarca entró en la ciudad un lejano Domingo de Ramos del siglo XIV; una puerta cuyo nombre también dual posee desalentadores barruntos para un rey que pocos años después encontró la muerte en otro sitio: el del Peñón.

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