
Diafragma 2.8
Paco Guerrero
De confinamiento
Nunca se había hablado tanto como ahora de las llamadas tierras raras, una actualidad que viene dada en razón de la disputa entre EE. UU. y Rusia por los supuestos yacimientos de estos minerales existentes en Ucrania. En realidad, ni son tierras (en el pasado de la Química se denominaba así a los óxidos) ni son tan raras (el cerio o el itrio –p.ej.– son tan abundantes como el cobre). Lo que sí es poco frecuente es encontrarlos puros y en grandes concentraciones, por lo que su extracción requiere mucho trabajo y conlleva un impacto ambiental significativo.
La pantalla táctil de los teléfonos móviles, las luces LED, los componentes de un vehículo eléctrico y la mayoría de los dispositivos tecnológicos que manejamos necesitan de estos elementos químicos. Las tierras raras junto con el níquel, vanadio, cobalto, litio, platino, galio y wolframio forman el grupo de los minerales críticos, esto es, metales que son tecnológicamente indispensables para los modernos métodos industriales.
Curiosamente las tres únicas contribuciones hechas por españoles a la tabla periódica (la piedra Rosetta del cosmos) pertenecen a este grupo de elementos tan de moda: el sevillano Antonio de Ulloa, científico y almirante de la Armada, descubrió el platino. Los hermanos Fausto y Juan José Elhuyar, químicos riojanos, se trajeron desde Centroeuropa un mineral llamado wolframita y de él aislaron el wolframio o tungsteno, un componente que nos es muy familiar por servir de filamento incandescente en las bombillas. Uno de los alumnos de Fausto, el madrileño Andrés Manuel del Rio, bachiller de Teología en la Universidad de Alcalá, además de físico, descubrió el vanadio (por su resistencia a la corrosión se emplea en instrumentos quirúrgicos y herramientas).
Durante el Imperio Romano, Hispania era la joya de la corona de las provincias romanas por su riqueza minera. Veinte siglos después, por desgracia, los gobernantes españoles han hecho dejación de las reservas del subsuelo por mor de que su explotación (tal como ocurre en el caso de la energía nuclear), entraría en frontal conflicto con los intereses ecologistas de la progresía.
Alemania y China se llevan el estroncio del que España es segundo productor mundial. En Castilla y León existen yacimientos de tierras raras, tantalio y wolframio que, al igual que una mina de uranio, explotan empresas australianas. Cerio y neodimio se encuentran en Castilla la Mancha y un mineral tan codiciado como el litio podría ser extraído en Extremadura. Chips, láseres, imanes y demás componentes necesarios para la tecnología puntera precisan de estos minerales que, mientras otros se disputan en Ucrania, duermen el sueño de los justos en España.
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