El triunfo de la Palma

No sería mala idea considerar que la ciudad la honrara devolviendo su humilde y modesto triunfo al lugar de donde no debió trasladarse

24 de mayo 2024 - 01:00

Según la RAE, un triunfo es una obra de arte que representa una victoria romana. Se ubicaban en las entradas más solemnes de las ciudades en memoria de algún general preclaro. Con ellos se podía exaltar igualmente a un personaje histórico o, de forma alegórica, a un icono cristiano.

Las ciudades andaluzas están plagadas de triunfos: desde Baeza a Antequera y de Almería a Écija. Destaca el del Rosario en el paseo de Canalejas de Cádiz, esculpido por Torcuato Cayón; el de la Inmaculada de Sevilla, con figuras ejecutadas por Lorenzo Collaut Valera junto a las murallas del Alcázar; el también inmaculista de Granada, con la imagen de Alonso de Mena sobre la explanada a poniente de la puerta de Elvira o los once dedicados a san Rafael en Córdoba, entre los que sobresale el erigido por Miguel Verdiguier frente a la antigua Puerta de Algeciras o del Puente, que daba la bienvenida a todos los viajeros que accedían a la ciudad procedentes del sur.

En Algeciras, también tenemos un triunfo. Dedicado a la Virgen de la Palma, su carácter modesto y su inadecuada ubicación actual lo vuelven desapercibido para muchos. Fue erigido en 1954. En el contexto de las celebraciones de un Año Mariano Universal promulgado por Pío XII, la corporación municipal decidió erigir una columna triunfal en lo que comenzaba a pergeñarse como acceso principal de una ciudad creciente. Con humildes materiales se alzó el monumento en el extremo norte de una nueva vía que daba salida al puerto desde la Marina en dirección a Málaga, el actual Paseo Marítimo. Justo en el cruce donde se separaban la carretera que iba hasta el cementerio con la que se dirigía hasta la Cuesta del Rayo y la Granja se trazó una pequeña rotonda junto a la playa de los Ladrillos. Allí, sobre un basamento prismático, se levantó una columna de capitel jónico sobre la que se erguía una estatua de la patrona de la ciudad; allí se concibió su nueva entrada desde el norte, con lo que se intentó cumplir con el significado histórico de todos los triunfos. Sin embargo, solo dos décadas permaneció en el espacio para el que fue concebido. A mediados de los setenta fue trasladado a los altos del Calvario, a un lugar sin perspectivas ni más significado que ser contemplado desde los balcones vecinos. Con el tiempo, la primitiva rotonda vio crecer su perímetro, se dotó de una fuente ahora seca y ha mantenido el nombre del Ave María como recuerdo de su antigua función. Se acaba de cerrar el Año Jubilar en honor a la patrona; no sería mala idea considerar que la ciudad la honrara devolviendo su humilde y modesto triunfo al lugar de donde no debió trasladarse. La perspectiva, la historia, la toponimia y hasta la RAE lo avalan.

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