Quizás
Mikel Lejarza
Toulouse
A paso ligero
Cuando uno es joven los peligros se ven de otra manera. Recién sacado el carné me gustaban las carreteras con curvas por aquello de “no aburrirme” al volante aunque bajo el pie derecho no tenía demasiados caballos, más bien algún potrillo famélico. Cosas de novatos con poco dinero. Ahora, cuando las primeras canas asoman, valoro sobremanera los trazados cómodos en los que el control de crucero y el cambio automático hacen su trabajo mientras se disfruta del camino, la música y la compañía, si se tercia.
El pasado sábado, cientos de personas se echaron a la carretera en Jimena para reclamar una A-405 digna. El interior comarcal protesta por algo tan sencillo como salir a trabajar y poder volver sin un susto en el cuerpo. Y es que los últimos kilómetros de la carretera de doble sentido antes de llegar a Jimena se encuentran, ciertamente, en un estado lamentable. A las curvas, alguna bastante cerrada, se suman socavones y grietas que exigen con urgencia una solución.
La respuesta de la Junta de Andalucía no fue, ni mucho menos, la más inteligente. Anunciar la víspera de una manifestación que se preveía multitudinaria el concurso para redactar un proyecto de mejora, siquiera la contratación de las obras, sonó más a recochineo que a la voluntad de corregir la situación. Porque de proyectos, papeles y planos en los cajones sabemos bastante en el Campo de Gibraltar no solo desde la Administración autonómica; también desde la central.
Así que no me pudo parecer más acertada una pancarta que clamaba “La A-405 es la vergüenza de Andalucía”. Pero la principal vía que llega a Jimena, el interior de nuestra comarca, no es la única que requiere obras. La A-381 entre Los Barrios y Jerez, otrora considerada como una autovía modélica por su ejecución lo más respetuosa posible con el parque natural de Los Alcornocales, es hoy más un campo de pruebas para los amortiguadores que una segura autovía.
Y por la A-7, esta dependiente del Gobierno central, hace años que no se cabe. Día sí y día también el más mínimo roce entre vehículos condena a cientos de personas a llegar tarde a sus destinos.
La Junta de Andalucía y el Gobierno central tienen bastante tarea por delante en materia de infraestructuras si quieren que los ciudadanos del Campo de Gibraltar, los que pagamos y sostenemos el sistema, podamos sentirnos satisfechos.
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