Andar y contar
Alejandro Tobalina
Rutina
Qué bonito es el amor! ¡Y qué alegría cuando triunfa! No puedo menos que conmoverme, cuando estos sentimientos son noticia, en medio de tanta catástrofe que nos rodea.
Y la diosa Hera, protectora del hogar, nos ha llevado hasta la India, donde dos jóvenes –joven y jóvena, no vayamos a confundir– se han dado el sí quiero y han unido sus destinos para la eternidad, ya que mantendrán su compromiso de unión en todas las reencarnaciones que cualquiera pueda sufrir en el futuro, en caso de haberlo.
Es cierto que gentes de frío corazón han criticado el enlace, fijándose en algo tan banal como el dinero, calculando cifras estratosféricas a los gastos que ha supuesto una celebración que empezó en marzo con la preboda y que concluyó en julio con varios días de fiestas, conciertos de primeras figuras, cruceros por el Mediterráneo, alojamientos en suites de lujo, aviones privados para traer y llevar a los invitados…Todo esto, por no mencionar el lugar de celebración, con originales decorados, figuras de animales hechas con flores, así como suculentas comidas –¡la tarta nupcial con forma de castillo, casi a tamaño natural!– y exóticas bebidas. Pobres gentes, porque ¿quién pone precio a la pasión?
A uno de los emotivos momentos, él llegó a caballo y ella, en barca con forma de cisne: imaginación y fantasía para sellar su amor. Seguro que son una inspiración para otros muchos. Por cierto, las malas lenguas también cuentan por kilos las piedras preciosas que pudieron verse en la boda: diamantes por millares y esmeraldas como puños, por lo que tengo que felicitar a esas señoras que, deben estar muy bien de cervicales, para aguantar tanto peso. También el novio ha querido tener un detalle con los padrinos y les ha obsequiado relojes para que nunca olviden que el tiempo, a veces, es literalmente oro.
Y no penséis que todo esto se ha hecho a voleo, que se han seguido, escrupulosamente, las cartas astrales de los contrayentes, lo que asegura el éxito y la felicidad del matrimonio. Por otro lado, la lista de invitados no puede ser mejor: líderes de la política, como Blair; de la música, como Bieber y; hasta del espectáculo, como las Kardashians. Eso sí, luciendo atavíos tradicionales indios, aunque no he visto que nadie hubiese optado por vestir el que popularizó Gandhi.
No obstante, hay gente que, erre, que erre, siguen diciendo que esto ha sido obsceno, que vaya despilfarro, que qué poca solidaridad… pero, fuentes fidedignas, desde la propia Bombay, aseguran que, tanto los progenitores, como los desposados, afirman haber recuperado todo ese dineral que dicen que se han gastado, con la venta de la corbata del novio y de la liga de la novia, mínimamente troceados.
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