Andar y contar
Alejandro Tobalina
Rutina
En tránsito
En 2010, el Parlamento Andaluz aprobó una Ley de Derecho a la Vivienda, que según leo ahora (gracias al solícito señor Google) era “una iniciativa de hondo calado político que trata de dar respuesta desde los poderes públicos a un derecho consagrado en la Constitución y el Estatuto de Autonomía y que anhelan disfrutar muchas familias andaluzas, en particular los jóvenes”. Muy bien, han pasado 14 años desde la promulgación de esa ley que se proclamaba “de hondo calado político” y ya sabemos en qué ha terminado todo. Hace unos años, cuando gobernaba el PSOE, me asomé a la página web de la Consejería de Vivienda e intenté buscar cuántas viviendas de protección oficial se habían construido. Imposible saberlo. Me encontré con un montón de referencias a congresos y reuniones y gabinetes, pero ni una sola cifra sobre viviendas construidas. Y ahora, con el PP en el gobierno, no creo que las cosas hayan cambiado. De hecho, me he asomado a la página web de la Consejería y la primera sorpresa es que le han cambiado el nombre. Ahora se llama Consejería de Fomento, Articulación del Territorio y Vivienda. Ya ven, la vivienda ha sido desplazada al último lugar de la lista, por detrás del Fomento y de ese misterioso concepto de Articulación del Territorio que ningún andaluz –en su sano juicio, se entiende– podrá saber a qué demonios se refiere. Supongo que la Ley del Derecho a la Vivienda sigue vigente, pero la Vivienda Pública es más bien una Morienda Total (y pido perdón por el juego de palabras). Lo único que no cambia nunca, gobierne quien gobierne, es la indestructible España galdosiana de los chupatintas y las manos muertas.
Si alguien se pregunta por qué duró tanto el régimen de Franco, debería saber que el Instituto Nacional de la Vivienda se creó el 19 de abril de 1939, es decir, 18 días después del final de la guerra civil, cuando la terrible represión contra los vencidos estaba en pleno apogeo. Si sólo se hubiera sostenido por medio del terror, el régimen de Franco no habría durado tanto tiempo. Pero la política de construcción de viviendas -viviendas baratas, viviendas sociales- logró hacer propietarios a millones de personas que jamás habían podido soñar con tener una casa propia. Parece mentira que haya que recordarlo 14 años después de que se aprobase una rimbombante Ley de Vivienda que no ha servido para nada.
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