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Ayer fue un día extraño, una de esas jornadas que tienen lo peor del invierno y el verano: los cielos sucios y el calor de horno de leña. Y vimos a Manuel Chaves volver a la sede de San Vicente (cuartel general del PSOE andaluz, en pleno cogollo de la Sevilla histórica) para anunciar su reingreso en el PSOE después de que el Tribunal Constitucional de Conde-Pumpido lo haya sacado del infierno de los apestados. Chaves vuelve, como en el tango, y uno no entiende por qué. ¿Ha olvidado las puñaladas recibidas por los suyos, por los mismos que ahora gritan “lo sabía” pero lo habían dado por muerto? Quizás comprenda que así es la naturaleza humana. Y eso lo dotaría de una sabiduría estoica. Quizás también es consciente de que el PSOE nunca lo abandonó, como ha quedado claro en esa “operación rescate” que, con razón o sin ella, le han montado los magistrados de progreso del Constitucional. Vemos a Chaves en San Vicente y recordamos a Jorge Semprún, cuando recordaba el pánico de los viejos comunistas a ser expulsados del Partido. El exterior del PCE era como el día de ayer, gris y ardiente, el mismo infierno. Era hora de volver a casa, el hogar donde él siempre estuvo a las duras y las maduras, tanto en la clandestinidad antifranquista como cuando Felipe le ordenó que dejase Madrid y volviese a Sevilla para modelar el nuevo PSOE andaluz. Porque Chaves ha sido el verdadero forjador del Partido Socialista de Andalucía contemporáneo e, incluso, el padre de la Junta tal como sigue siendo hoy. Tiene el copyright de una manera de ejercer el poder según cuotas territoriales y familiares, copiada incluso en la empresa privada. Juanma Moreno, gran continuador del chavismo, le debe más de lo que está dispuesto a admitir. De Griñán o Susana Díaz, ni hablamos.
Chaves vuelve a su casa y ahora la incógnita es saber cuál será su papel. Se le ve con fuerza y ganas. ¿Se conformará con ser un jarrón chino o reclamará un puesto de primera línea en la batalla por Andalucía que acaba de iniciar el PSOE? Porque la sentencia de los ERE, justa o no, es el inicio de una operación que tiene como objetivo final volver a colocar a un socialista en la poltrona de San Telmo. No va a ser fácil: Juanma está bien atornillado gracias, precisamente, a su continuismo chavista, y los socialistas no tienen un buen candidato. A Espadas ya se le da por amortizado y María Jesús Montero va a salir muy tocada de la negociación del sistema de financiación. Ya está dejando un rastro en las hemerotecas que será difícil de justificar en futuros debates. ¿Cuál será el papel de Chaves, cuál?
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