Lucha desigual

Editorial

16 de octubre 2024 - 03:06

Los graves incidentes ocurridos durante los últimos días en la barriada sevillana de las Tres Mil Viviendas, donde clanes de narcotraficantes se han enfrentado en tiroteos en los que se ha empleado armamento de gran calibre, vuelven a poner de relieve la gravedad que han alcanzado en Andalucía los problemas derivados del tráfico de drogas y el clima de impunidad en el que actúan los delincuentes. La situación de marginalidad y exclusión social del barrio de Sevilla presenta diferencias con el asentamiento de poderosas mafias internacionales en la Costa del Sol, con la violencia que se ha apoderado de zonas de la provincia de Cádiz o con la intensificación del tráfico de drogas a través del río Guadalquivir. Pero todas estas circunstancias tienen un denominador común, que adquiere, a medida que pasan los meses, características más alarmantes: Andalucía se ha convertido en una especie de meca para las mafias que se lucran con la fabricación y distribución de estupefacientes. Y este tráfico engendra violencia, como se puede ver con más que relativa frecuencia en la zona de Marbella, sucedió el pasado febrero en Barbate y ocurre estos días en Sevilla. Ante una situación tan complicada la falta de una respuesta efectiva por parte del Ministerio del Interior sólo puede ser calificada de negligente. Las denuncias de los sindicatos policiales por la falta de medios con la que tienen que hacer frente a este fenómeno son tan sistemáticas como desoídas. Ocurrió en los trágicos hechos de Barbate, en los que guardias civiles tuvieron que enfrentarse en frágiles lanchas a las potentes semirrígidas de los narcos. Vuelve a ocurrir en el caso de las Tres Mil, donde los agentes que han acudido han señalado que no están dotados de armamento para hacer frente al que exhiben los delincuentes. Esta lucha desigual sólo tiene un efecto: que las mafias se vean envalentonadas y que cada vez actúen con más sensación de seguridad y también con más violencia.

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