La tribuna
El poder de la cancelación
La semana empezó con la buena y esperanzadora noticia del preacuerdo alcanzado por la dirección de Acerinox Europa y los representantes de cuatro sindicatos -UGT, USO, CCOO y Coordinadora de Trabajadores del Acero- para la firma del convenio colectivo. El consenso entre la compañía y dichas organizaciones, que representan a tres cuartas partes del comité de empresa, debe servir para poner fin a la huelga iniciada el pasado 5 de febrero en la planta de Palmones. No es el acuerdo al que aspiraban ninguna de las dos partes al comienzo de los contactos, pero es el mejor para ambas: se garantiza una subida salarial nada despreciable, la totalidad de los 1.800 empleos y la continuidad de la siderúrgica a cinco turnos, 24 horas los siete días de la semana. La labor de mediación desempeñada por la Consejería de Empleo fue clave para conseguir el punto de encuentro.
A medida que pasaban los días, el ambiente en torno a la acerera ha virado hasta envenenarse. Primero fueron los graves insultos y la violencia verbal mostrada por el portavoz del comité de huelga y líder de ATA, José Antonio Gómez Valencia, acusando a sus compañeros del resto de sindicatos de dividir a los trabajadores, de “traidores”, “sinvergüenzas” y “corruptos”... Y de alentar “una batalla campal”. A continuación vino la violencia física, el asalto a las oficinas de los sindicatos señalados de forma consciente y las pintadas en sus puertas y paredes -reproduciendo esos mismos insultos- y los incidentes junto a la A-7. Allí, la Guardia Civil evitó un nuevo corte de la autovía e identificó y denunció a trece trabajadores de la planta por desórdenes públicos.
Aún se está a la espera de que el locuaz portavoz condene lo ocurrido y de que otros muchos aparquen su neutralidad ante ese ataque y otros sufridos por los trabajadores que, en estos meses, se han venido desvinculando de la huelga. Si no han tenido la oportunidad, lean y comprendan la situación sufrida por muchos de ellos a través de la carta abierta firmada por Lola Ferrer, publicada en Europa Sur el pasado 10 de junio. Toda huelga es un instrumento, no un fin en sí misma; no se trata de demostrar quién tiene más agallas ni de ver quién resiste más tiempo sin respirar, sino de defender a través de la protesta unas demandas justas y de llegar a una solución pactada.
La semana entrante será clave para despejar o complicar aún más el futuro de Acerinox en Los Barrios: el comité de empresa está llamado a convocar un nuevo referéndum entre los trabajadores a la mayor brevedad, para dar voz y voto a todos ellos sobre el preacuerdo de convenio. Tras más de cuatro meses, todavía se está a tiempo de evitar el desastre de una asfixia total.
También te puede interesar
La tribuna
El poder de la cancelación
La tribuna
Estado imperfecto
La tribuna
Muface no tiene quien le escriba
La tribuna
José Antonio y la reconciliación