La tribuna
El poder de la cancelación
La reciente instalación de una piscifactoría marroquí en aguas españolas del archipiélago de las Chafarinas parece un caso banal. No lo es, en absoluto. Las relaciones bilaterales entre España y Marruecos son claves para la política exterior de los dos estados que comparten un espacio geoestratégico compartido, el estrecho de Gibraltar, y que actúan como potencias bisagras en las relaciones euro-africanas. Además, ambas naciones comparten una historia común, intereses comerciales y un importante acervo cultural y social. No obstante, estas relaciones bilaterales son extraordinariamente complejas y sometidas a tensiones que derivan de múltiples factores. Los acontecimientos del pasado mes de mayo en las fronteras de Ceuta han sido una manifestación extrema de la complejidad de estas relaciones.
Lo cierto es que todo parece indicar que España está tratando de trabajar para rebajar la tensión y normalizar las relaciones. Frente a la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE a favor del Polisario y que reconocía que el Sáhara no es un territorio marroquí, España ha apoyado a Marruecos en un recurso contra la mencionada sentencia. Las declaraciones de los responsables políticos españoles, especialmente el Ministro de Asuntos Exteriores, han tratado siempre de tender puentes y se han cuidado mucho de hacer cualquier tipo de reproches a Marruecos.
Realmente, en mi opinión, esto ha sido interpretado como un gesto de debilidad por parte de Marruecos que no duda en seguir tensando la cuerda. La Reunión de Alto Nivel suspendida días antes de su celebración por Marruecos sigue sin tener fijada fecha, la embajadora marroquí en España continúa en Rabat, las fronteras terrestres y marítimas siguen cerradas. En este contexto, destaco dos noticias recientes. La primera, la autorización a una empresa de Catar para realizar prospecciones petrolíferas en aguas de Canarias. La segunda, la instalación de una piscifactoría en aguas españolas de las islas Chafarinas. Como decía al inicio, no son en absoluto pequeñas noticias banales que deben pasar desapercibidas. Se trata de actos ciertamente hostiles destinados a ejercer presión al Gobierno español y que tratan de acorralarlo políticamente limitando su margen de maniobra y actuación.
En definitiva, parece evidente que para España mantener unas buenas relaciones con Marruecos es una prioridad de nuestra política exterior, pero ello debe hacerse sobre unas relaciones constructivas y equilibradas y, por tanto, España debe actuar sin ningún tipo de complejo cuando las circunstancias lo aconsejan. La fiabilidad de la política exterior requiere en determinadas ocasiones mostrar cierta fortaleza y coherencia con la defensa de nuestros intereses y valores. Ante estos actos inamistosos y provocativos, España debe actuar con firmeza, sin dejar, por supuesto, de buscar cómo mantener las mejores relaciones posibles con nuestro vecino del sur.
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