Antonio López Canales

Amigo Alberto

Obituario

Algeciras debería recordar a Alberto Pérez de Vargas con su nombre impreso en algún lugar preferente

Alberto Pérez de Vargas, el matemático que guardó a Algeciras en su corazón, fallece a los 82 años

Pérez de Vargas, Santiago Sarmiento y Antonio López Canales en la Feria de 1982.
Pérez de Vargas, Santiago Sarmiento y Antonio López Canales, en la Feria de 1982. / E.S.

30 de diciembre 2024 - 23:15

Algeciras/“Para nosotros, sus compañeros de clase, Alberto era El Niño, apelativo cariñoso acuñado por el ocurrente José Francisco Pérez Martínez, querido y recordado condiscípulo y amigo. El Niño, por su edad cronológica, que era la menor de las edades de los componentes del grupo, no por su edad mental, que ya, con su extraordinaria memoria, lo hacía destacar de los demás”.

Con estas palabras quise comenzar las que tuve la satisfacción de pronunciar, junto a Alberto Pérez de Vargas Luque, en la presentación de su libro Algeciras en el corazón y en la memoria, el pasado 4 de diciembre.

En su dominical Campo Chico en Europa Sur, le gustaba hacer mención a nuestro Instituto y nombrar a compañeros y a compañeras que destacaban por su brillantez intelectual y su posterior trayectoria profesional. Los que pertenecemos a esa generación de estudiantes y leíamos los nombres sabíamos que había que incluir a Alberto en esa lista.

Nos conocimos cuando comencé el tercer curso de Bachillerato en el Instituto Nacional de Enseñanza Media, el único en la comarca. El ingreso y los dos primeros cursos los había aprobado por enseñanza libre, preparándome en San Roque, donde vivía, y viniendo a examinarme a Algeciras. Al acabar el Bachillerato Superior, en 1957, tomamos caminos muy distintos y estuvimos años sin comunicarnos, hasta que en 1968, con nuestras respectivas familias comenzando a formarse, recibimos, Mercedes y yo, la gran sorpresa de la visita de Alberto y Cristina. Él, ya inmerso en el mundo docente universitario (Córdoba, Ginebra, Madrid), buscaba a sus compañeros del Instituto.

Mis años dedicados a la vida militar en la que creía iba a estar mi futuro, decidí acabarlos, no sin pesar, para dedicarme a la enseñanza. Cuando Alberto me localizó yo ejercía como maestro y director de la Agrupación Escolar José Antonio, en la barriada sanroqueña de Taraguilla. Le comenté mi deseo de llegar a ser catedrático de dibujo de Bachillerato. Con su experiencia en oposiciones a cátedras de universidades, sus orientaciones fueron muy de agradecer y de tener en cuenta. Desde entonces hemos mantenido el contacto. Y ha sido un amigo de los que sabes que puedes tener siempre su apoyo, si lo necesitas, y al que le puedes contar y escuchar de él confidencias: un buen, un gran amigo.

Pérez de Vargas, Juan Guerrero y Antonio López Canales, en la entrega de la Uva Cultural de Radio Algeciras.
Pérez de Vargas, Juan Guerrero y Antonio López Canales, en la entrega de la Uva Cultural de Radio Algeciras.

Su capacidad intelectual y su laboriosidad lo situaron en niveles y actividades que no pueden ser desarrolladas en cualquier ciudad, por eso vivía fuera, pero siempre estaba aquí, en Algeciras, adonde acudía cuando se solicitaba su presencia y atendía, en su destino, de manera especial, todo lo que le llegaba de su pueblo.

Su actividad como profesor de Matemática Aplicada y Biomatemática podían proporcionarle satisfacción plena, pero siempre quiso desarrollar su otra gran vocación - quizás, me confesó, por encima de la de matemático - la de escritor, la de comunicador. Así lo hizo con sus publicaciones sobre materia científica, sus intervenciones en la radio, columnas y páginas en este periódico y, sobre todo, con Algeciras en el corazón y en la memoria, libro para el que, parecía, tenía prisa en darlo a conocer. Y siempre con el apoyo de Cristina, admirable Cristina, su esposa.

Desde que me comenzó a hablar de su proyecto, un libro a modo de resumen de lo que iba escribiendo para Europa Sur, lo notaba muy ilusionado, con la esperanza de que el cumplimiento de su deseo, que a él le parecía especialmente atractivo, nos pareciese atractivo, también, a todos. Me recordaba - así se lo dije - a aquel niño alegre y optimista de nuestra adolescencia. Alegría y optimismo que nunca lo abandonaron.

Recibí una gran alegría cuando me transmitió su deseo de diseñar la portada del libro con la reproducción de un cuadro pintado hacía veinte años, Plaza Alta nevada, y que quiso para sí al verlo en una fotografía. Consiguió presentarnos un libro elaborado con gran mimo, en el que puso un especial cariño y mucho amor a su pueblo y a sus gentes.

Algeciras debería recordar a Alberto con su nombre impreso en algún lugar preferente.

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Querido Alberto: Me han quedado muchas cosas por contarte y cosas por preguntarte. Mientras Dios me dé memoria, tú estarás en ella. En mi corazón, en nuestros corazones, en el de Mercedes y en el mío, ya estabas y en ellos seguirás.

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