Un elefante en la habitación

Al sur del sur

Hace tiempo que Landaluce debió anunciar personalmente la presentación de una denuncia y admitir que quizá cometió errores, bajo promesa de no reincidencia

Una intervención de José Ignacio Landaluce frente a los periodistas.
Una intervención de José Ignacio Landaluce frente a los periodistas. / E.S.

12 de enero 2025 - 04:00

Algeciras/El pasado jueves, las dirigentes socialistas Rocío Arrabal e Isabel Beneroso anunciaron la presentación de una denuncia ante el Tribunal Supremo por estar en posesión de nuevas conversaciones, por escrito, en el que varias mujeres describen supuestos episodios de acoso sexual protagonizados en un pasado no muy remoto por el alcalde de Algeciras y senador, José Ignacio Landaluce. Se trataría, según la versión ofrecida por ambas, de chats diferentes a los desvelados a finales del pasado mes de octubre por el eurodiputado Luis Pérez Fernández (conocido como Alvise Pérez), en el que tres concejalas algecireñas comentaban entre ellas casos similares. Se trataba de Susana Pérez Custodio, que sigue en el Ayuntamiento y que preside la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar; Eva Pajares, actual delegada de Salud de la Junta en Cádiz, y, presumiblemente, Laura Ruiz, quien tras ser condenada judicialmente por una cuestión ajena al Consistorio, fue fichada como asesora municipal tras pedir “ayuda” al regidor, según manifestó este último.

En aquel momento, Pérez Custodio y Pajares negaron a través de dos escuetos y casi calcados comunicados haber sido víctimas de abusos por parte de Landaluce, en tanto que Ruiz -que antes de su contratación había amenazado con llevar ante los tribunales "sucesos ocurridos" durante su etapa como edil- se desvinculó tanto de la filtración del chat realizada por Alvise como de su contenido.

En ese momento, Landaluce no dio explicaciones personalmente y puso por delante a los suyos para tratar de salvar la situación, con la lectura de un comunicado a cargo del primer teniente de alcalde, acompañado de los concejales populares y sin más testigos que los micrófonos de la televisión local. Ahora, en cambio, pese a la gravedad de los hechos descritos por las responsables del PSOE de Algeciras, la única respuesta por parte del regidor, de su equipo de gobierno y del PP, partido del que es presidente local, es el silencio total.

La diferencia respecto a octubre es que los hechos pueden acabar viéndose judicializados de prosperar la iniciativa de los socialistas algecireños. Para ello, como bien explica el magistrado Manuel Gutiérrez Luna, debería producirse la misma circunstancia que se dio en el caso de la futbolista Jenni Hermoso en relación a Luis Rubiales, ex presidente de la RFEF: que un fiscal o magistrado de este tribunal inicie actuaciones y que alguna o algunas de las supuestas víctimas formalice una denuncia cuando la llame a declarar para esclarecer lo ocurrido. Nada está cerrado.

Landaluce va tarde y mal a la hora de atajar esta polémica. Al primer chispazo, le hubiera bastado con tirar de manual para cavar la primera trinchera: anunciar personalmente, de inmediato, la presentación de una querella contra el eurodiputado y, a renglón seguido, convocar una rueda de prensa junto a las aludidas para admitir que quizá cometió errores y que a lo mejor hubo algunas muestras de afecto malinterpretadas, con acto de pública contrición y promesa de no reincidencia. Más vale una vez colorao que ciento amarillo. El silencio, la ausencia de una reacción a la altura y gravedad de las acusaciones no hace sino prolongar la sensación de que algo realmente reprobable sucedió no muchos años atrás entre las paredes del Consistorio.

Landaluce va tarde y mal a la hora de atajar esta polémica.

Con independencia del recorrido judicial, de las fotos que el alcalde se haga en un bar mientras desayuna o portando con gesto solemne un ataúd al hombro, la polémica continuará, quizá callada, pero siempre latente. En cualquier pleno municipal, sesión del Senado o reunión del partido, alguien alzará la cabeza y reparará en que, por muy trascendentales que sean los asuntos que haya que resolver ese día, en la habitación sigue habiendo un elefante que amenaza con romper todo a trompazos y pisotones. Y que algo habrá que hacer con él. ¿Cómo se actuará si el Supremo toma cartas en el asunto? ¿Y si se filtran esas nuevas conversaciones u otras? ¿Y si alguna de las presuntas víctimas se decide a contar su versión?

La cuestión no es ya si el PP podrá seguir mudo y sin desvelar en qué quedó la investigación interna que dijo iba a abrir al respecto o en si Landaluce podrá seguir con su estrategia, por llamarlo de alguna forma, de no dar explicaciones y no denunciar o responder a quienes le acusan directa o indirectamente mucho más tiempo. La auténtica pregunta es qué futuro le aguarda a Algeciras mientras su máxima autoridad municipal no disipe la duda sobre sí mismo.

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